Cultura

Robe lleva la catarsis a su publico en un enérgico concierto en Almería

  • Dividido en dos partes, el poeta y rockero recorrió las facetas mostradas a lo largo de su carrera, con Extremoduro y en solitario

El concierto de Robe gustó mucho al público que se dio cita en el Recinto de Conciertos.

El concierto de Robe gustó mucho al público que se dio cita en el Recinto de Conciertos.

Hay en Robe y en su música mucho de eterno retorno y quien lo probó lo sabe. Y no solo lo sabe sino que, además, lo transmite. El adalid del rock poeta que alistó a su causa a una legión de seguidores de los noventa hasta hoy ve como su legado se expande más allá de su propia generación y lo volvió a demostrar el sábado en otro de los conciertos programados por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería.

Y con esa confianza y porque de todas formas siempre ha hecho lo que le ha venido en gana artística, Robe armó un repertorio en el que conviven con plena tranquilidad desde la fiereza de antaño hasta una media hora de desarrollos más líricos del inicio. Escoltado por Alber Fuentes en la batería, David Lerman (bajo, saxo), Carlitos Pérez (violín), Álvaro Rodríguez (teclados y roland), Lorenzo González (voces, guitarra, bajo) y Woody Amores (guitarras) el inicio lo preside la metapoesía de Del tiempo perdido, la tempestiva y tempestuosa Por encima del bien y del mal, los terrenos más lúbricos y sugerentes de Por ser un pervertido o la dolorosa realidad de Nana cruel.

Con un sonido de lo más equilibrado y tras rodar la maquinaria, el concierto despegó para no volver a aterrizar con el himno a la beldad de las musas de Si te vas, la gran balada de Extremoduro que fue cantada de principio a fin por un público ya rendido, que tuvo la posibilidad de recuperarse atendiendo a la canción inédita que Robe y los suyos interpretan en esta gira, bautizada inicialmente como A la orilla del río. Un ritmo y letra con cierta dosis de guasa, con un sauce llorón como protagonista.

“Tras una canción nueva, una vieja”, compartiría Robe antes de recuperar el legendario So Payaso del disco que sirvió de punto de inflexión a su carrera, Agila.

Una revisión que quizá sorprende por la ausencia del saxo en su coda y solos finales, teniendo en cuenta la solvencia más que lograda de Lerman. En cualquier caso, otra muesca más para elevar los pies del suelo en la catarsis colectiva, como la historia de El Camino de las Utopías, como el Segundo movimiento: Lo De Fuera de La Ley Innata, con ese contundente atronador final.

Para cerrar la primera parte, llegaría Ininteligible, el single estrenado hace apenas mes y medio y que viene a representar y resumir el estado creativo en el que se encuentra la banda y también la conexión con el público: es celebrada como un clásico más del repertorio, con una fiereza como si fuese un himno añejo. Una rumba rock acelerada y con decenas de matices que azuzó el aquelarre y rubricó con brío la casi primera hora y media de entrega.

La segunda parte del concierto, como ocurría en la pasada gira, es terreno para Mayéutica, de principio a fin. El tercer disco de estudio de Robe se presentó el pasado año como la segunda parte de La Ley Innata y si aquel está considerado desde hace tiempo como una obra maestra, tanto igual ocurre ya con el segundo. Sin ninguna duda. Dividida en entrada, cuatro movimientos y salida, el ‘Interludio’ sirve de conexión con ‘La Ley Innata’, para desplegar de manera magistral cuatro movimientos que como parece avisar el primero, Después de la catarsis, “una canción que me empuja, me eleva y me lleva y me lleva”. Eso es lo que genera Mayéutica y su media docena de estribillos, ya antológicos, como el de ‘Mierda de filosofía’ y su “¡Bailar!”, como el “¡Ahora, ahora, ahora, es el momento!” del tercero, ‘Un instante de luz’, o el aullido de lobo, o el “yo no soy el dueño de mis emociones” del cuarto, de título homónimo.

Y como guinda, esa ‘Coda Feliz’ completada por un fragmento que no se incluye en el álbum y que, claro está, regala otro estribillo adictivo con carácter conclusivo a una canción que vive y late en cada noche porque no tiene final, como las grandes historias de amor.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios