una muestra as0mbrosa La cita incluye dos nuevas piezas de inspiración nazarí

Van der Linde, la pintura precisa

  • El artista holandés afincado en España expone una antología de su obra, caracterizada por un detallista y enorme realismo, en el Centro Gran Capitán de Granada · La observación y la paciencia, claves de su estética

El engaño persiste. Se aleje el espectador o se acerque al cuadro todo lo que desee, la sensación de que está delante de una fotografía sigue presente en la retina de los ojos. Pero no. Lo que está viendo no son fotografías; fotografías, además, de una exquisita calidad. Son pinturas. Y es tal el realismo con que están elaboradas, tal su detallismo, que el visitante no termina de creérselo del todo. Ése es el mérito del pintor holandés afincado en España Alwin van der Linde, que este jueves inauguró en el Centro Gran Capitán de Granada su exposición Diez años en España, una muestra antológica de los cuadros que ha realizado durante su estancia en el país. El público quedó asombrado.

"Yo odio que se utilicen términos como hiperrealismo para definir mi obra", explicaba hace unos días el pintor. "Híper puede ser un supermercado muy grande, pero la hiperrealidad no existe. Sólo existe la realidad. Por eso no puede haber pintores hiperrealistas".

Y es que su arte se basa en el detalle, en la paciencia, en la observación, en la manipulación de la realidad que Alwin van der Linde recoge del mundo exterior y que interioriza con la imaginación. Porque los cuadros que el artista pinta, y que parecen fotografías sacadas de cualquier sitio, son imágenes que no existen. Todo es inventado. "Los cuadros que yo pinto son imposibles, son cuadros que no pueden existir".

En la muestra de Granada hay una obra llamada Situación deliberada I. Es, sencillamente, un bodegón: una planta dentro de una botella con agua que hace las funciones de florero. La botella está sobre la mesa. Cuando el espectador comprueba que el agua de esa botella no es una foto, sino que es agua pintada, no puede dejar de mostrar su sorpresa. Pero es cierto, el agua, la botella, la mesa de madera, las gotas de humedad que resbalan por el interior son obra de una mano humana, no de una mano fotográfica.

"Mi padre, que siempre fue muy aficionado y experto en arte, me decía que lo más difícil de pintar son los metales, el agua y los cristales", recordaba días atrás Alwin van der Linde. "Tal vez por eso me interesó tanto pintar el agua, quizá porque el agua sirve para estudiar todas las posibilidades de la luz, todo su juego".

Y es que la obra de Van der Linde está plagada de obras con el agua como motivo pictórico: puede ser agua en una botella, la orilla rocosa de una playa, el mar en calma, el recoveco de un acantilado... Cada una de sus obras destila realismo a ultranza, un realismo que, cuando el artista comenzó a pintar, allá por los años setenta, ya estaba dejando de estar de moda y ahora continúa denostado por la crítica pictórica post-moderna. Pero no para el público, que acostumbra a llenar unánimemente todas las exposiciones de otro gran pintor realista, el español Antonio López.

"Eso es porque la crítica intenta marginar un poco lo que siempre han sido los conceptos clásicos de pintura. Ya en los años setenta, había críticos que decían que la pintura había muerto".

Van der Linde siempre se ha movido al margen de las corrientes y de las vanguardias, de las modas y las tendencias. "Lo importante es que un artista se deje guiar por su instinto personal, no por las modas", afirma siempre tajantemente.

Para el holandés, los tiempos en que Marcel Duchamp colocaba un retrete en el centro de una exposición y decía que aquello era arte, ya han quedado atrás. "Ya no tiene sentido repetir lo que hizo Marcel Duchamp porque ya está hecho, ya lo hizo él". A juicio de Van der Linde, la gran crisis creativa actual, o su falacia, el problema "es que hemos llegado a un momento en que se llama arte a todo. Una persona que monta una instalación no es igual a otra que se dedica a investigar, a indagar en todas las posibilidades de una obra".

Y eso es lo que el público pudo descubrir el jueves en la inauguración de Diez años en España: trabajos hechos con la precisión de un artesano o un relojero. "Parece que uno va a poder hasta ver los píxeles de una fotografía", señalaba una mujer ante una de las obras expuestas.

La importancia que Alwin van der Linde concede a cada milímetro de sus lienzos, el preciosismo con que trata cada detalle, la enorme cantidad de tiempo que requiere un recoveco, una sombra, una cortina calada o la espuma de un rompeolas son fruto de un profundo proceso de reflexión por parte del artista holandés, que para la muestra de Granada ha decidido pintar dos obras inspiradas en la ciudad: una de las torres de la Alhambra y una fuente nazarí. "La torre que pinté tiene algo de arte contemporáneo", explicaba días atrás.

En el acto, organizado por el Ayuntamiento de Granada y patrocinado por Fundación AguaGranada, estuvieron presentes el presidente de la Diputación, Sebastián Pérez, el concejal de Cultura, Juan García Montero, y, entre otros, el exdirector del Legado Andalusí, Jerónimo Páez.

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