‘El Arte del Buen Vivir’ lanza una formación para dignificar el cuidado de quienes cuidan

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La formación se dirige a enfermeros, celadores, personal de ayuda a domicilio y trabajadores de hospitales

Ysa Marín y Nagore Fuentes, presidenta y vicepresidenta, respectivamente, de ‘El Arte del Buen Vivir’
Ysa Marín y Nagore Fuentes, presidenta y vicepresidenta, respectivamente, de ‘El Arte del Buen Vivir’

En un momento especialmente delicado para el sector sociosanitario, El Arte del Buen Vivir presenta El Poder de Acompañar, una formación exclusiva e innovadora dirigida a quienes cuidan a diario desde la primera línea: cuidadores, enfermeros, celadores, personal de ayuda a domicilio, trabajadores de residencias y hospitales, una propuesta tan necesaria como urgente en un contexto marcado por el creciente agotamiento emocional del personal asistencial, que se traduce en un aumento silencioso del absentismo y un impacto directo en la calidad del cuidado, en la estabilidad emocional de los equipos, en la vida de los pacientes y en el bienestar de sus familias.

Esta formación nace como respuesta a esa necesidad latente y profunda: cuidar al que cuida, un gesto tan básico como revolucionario, porque cuando los cuidadores reciben sostén, escucha, herramientas emocionales y reconocimiento, se fortalece todo el ecosistema del cuidado, ganan todos, las personas mayores sienten más presencia y humanidad, las familias más tranquilidad y las empresas sociosanitarias recuperan compromiso, sentido y equilibrio.

El Poder de Acompañar no es un curso más, sino una propuesta con raíz, ciencia y alma, impulsada por Ysa Marín, presidenta de la cooperativa El Arte del Buen Vivir, un proyecto nacido para transformar los procesos de vida, muerte y duelo desde una mirada compasiva, profesional y profundamente humana, con una trayectoria comprometida con el acompañamiento psicosocial y emocional, el desarrollo personal y la dignidad de los vínculos en cada etapa de la existencia.

La formación nace del recorrido experiencial de Ysa en acompañamiento al proceso de morir y el duelo, y se nutre también de su formación con el maestro Vicente Arráez, fundador de la Fundación Metta Hospice, referente internacional en el arte de acompañar la vida en sus umbrales finales, gracias a este vínculo y al aprendizaje vivido junto a más profesionales, la formación adquiere una profundidad ética, práctica y emocional difícil de encontrar en el panorama actual.

El equipo que lidera este camino formativo está conformado por mujeres que encarnan el cuidado como visión y como acción: Nagore Fuentes, vicepresidenta de la cooperativa, doula de la muerte y experta en acompañamiento simbólico, emocional y espiritual al final de la vida, Doctora Elvira Pérez, cofundadora y catedrática en la Universidad de Nottingham, con una sólida trayectoria investigadora y docente centrada en el tránsito de vida y el bienestar emocional de quienes acompañan, y Marisela Tachiquin, también vinculada a la Universidad de Nottingham, con especialización en psicología, gerontología y final de vida, cuya mirada integradora conecta ciencia y humanidad en cada gesto de cuidado.

Este equipo multidisciplinar ha diseñado una formación pensada para sostener a los profesionales desde dentro, para dotarles de herramientas que puedan aplicar en su labor diaria pero también en su crecimiento personal, porque el bienestar emocional no es solo un recurso de trabajo, es una brújula vital que permite reconectar con la vocación, la autoestima y el sentido profundo de cuidar, en un sector que históricamente ha sido poco reconocido, pero que es, sin duda, uno de los más esenciales

El Arte del Buen Vivir, desde sus inicios, ha buscado devolver dignidad y profundidad a los procesos de la vida, especialmente aquellos que la sociedad tiende a evitar: el duelo, el morir, el cuidado de la fragilidad, y lo ha hecho desde una propuesta coherente, integradora y profundamente transformadora, enraizada en el desarrollo personal, la psicología humanista, la arteterapia, la musicoterapia, el mindfulness y la aromaterapia como herramientas terapéuticas al servicio de una vida con sentido, ahora, con El Poder de Acompañar, pone al servicio del sector sociosanitario toda esa experiencia, sumando ciencia, espiritualidad y saberes ancestrales en una propuesta única.

Este inicio ha sido posible también gracias al impulso y la confianza de tres grandes organizaciones que apuestan por un nuevo modelo de cuidado y acompañamiento: Vidamar, cooperativa de servicios sociosanitarios presidida por María del Mar, con una labor sólida y cercana al tejido del cooperativismo andaluz siendo vicepresidenta de la Federación de Cooperativas de Andalucía, Novocare Sociedad Cooperativa Andaluza, liderada por Patrocinio, que desde hace años con su equipo desarrollan un modelo de atención humanizada e innovadora en el ámbito geriátrico en Andalucía y el Grupo Avita S.L., a cargo de Juan Manuel Reche y su gran equipo referentes en el cuidado integral y en la búsqueda constante de nuevas herramientas para mejorar la experiencia tanto del usuario como del profesional.

Un modelo que no compite, sino que coopera

La colaboración entre algunas entidades del cooperativismo y empresas comprometidas como camino para construir desde la igualdad, la riqueza compartida y una visión de futuro más humana, un modelo que no compite, sino que coopera, que no aísla, sino que une, que no olvida a los que cuidan, sino que los coloca en el centro como lo que son: el corazón invisible del sistema de salud. Porque dignificar a los cuidadores es una urgencia colectiva, no una opción, son ellos quienes sostienen lo que más importa cuando todo se cae, quienes dan más de lo que reciben, quienes acompañan sin pedir, quienes sostienen sin ruido, reconocer su valor es sembrar cultura compasiva en la raíz de la sociedad. El Poder de Acompañar nace con visión de expansión, como una propuesta replicable y escalable no solo en Andalucía, sino en todo el territorio nacional, con el firme propósito de que allí donde haya una persona que cuida, también haya una red que la sostenga, que la acompañe y que le recuerde que no está sola. Como afirma Ysa Marín, “este tipo de cuidados a los profesionales son la semilla para crear una comunidad compasiva. Y una sociedad compasiva es el lugar donde todos, tarde o temprano, deseamos vivir, envejecer… y morir”.

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