La Bella Dorita: la reina del Paralelo

Almerienses ilustres

María del Carmen Yáñez García “La Bella Dorita” nació en Cuevas del Almanzora en 1901

La más famosa de sus canciones fue “Fumando espero”, que luego cantó Sarita Montiel

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La Bella Dorita.
La Bella Dorita. / Diario de Almería
Rafael Lázaro

08 de septiembre 2024 - 06:00

Oportuno resulta recordar tras nueve “vidas ilustres” los principios que he seguido en la elaboración de estas breves biografías. Como dije en la primera de ellas, se trata de personajes ya fallecidos que han vivido la mayor parte de su vida en el s. XX y en el actual. No incluyo intencionadamente a ningún político, y aunque alguien pueda pensar que dejo en el tintero algunas personas inmerecidamente, declaro la necesidad de distinguir entre los “buenos” y los “mejores” sin menosprecio de aquellos. Procuro huir de las áridas monografías que se encuentran en internet y busco insistir en el perfil humano y en la opinión que de ellos tuvieron en su tiempo aportando, creo, algunos aspectos menos conocidos, buceando en fuentes escasamente utilizadas hasta el momento. Una vez hecho este recordatorio, “entramos en harina” con un nuevo personaje.

María del Carmen Yáñez García “La Bella Dorita” (1901-2001) nació en Cuevas de Almanzora justo en la época en la que el esplendor y riqueza de aquel pueblo entraba en decadencia al agotarse los riquísimos filones argentíferos de la sierra Almagrera. Obligada su familia a emigrar a Cataluña como tantos otros, entre los que es preciso recordar a los abuelos de las actuales “vedetes” independentistas Puigdemont y Aragonés, vivió una primera juventud en precaria situación económica y familiar con un efímero matrimonio que le dejo la inesperada carga de una hija con tan sólo diecisiete años, y un sentimiento futuro de prevención e incluso rechazo a determinadas relaciones con los hombres, pues como ella misma reconoció sus enamoramientos no le duraban más de ocho días.

Empujada por su difícil situación económica empezó trabajando como tanguista, chica de alterne, al tiempo que iniciaba sus estudios de canto en la famosa academia del “Gordito”. Aunque empezó interpretando teatro costumbrista catalán, pronto lo abandonó por el cabaret debutando en el Royal y más tarde en el Pompeya y otras salas de fiesta de Barcelona. Ya en esta época había adoptado el nombre artístico de Dorita por la amistad que mantenía con una amiga francesa llamada Dorée.

Un día actuando en el escenario, por un descuido inesperado, se le cayó el chal que la cubría y quedó semidesnuda en el escenario, lo que constituyó el principio de su fama como artista frívola del cabaret que, no obstante, escondía un enorme talento interpretativo al punto de convertir el género en una especialidad casi desde sus inicios, marcando a varias generaciones profesionales de music-hall.

Maestra de la insinuación se la comparó en su momento con la norteamericana Mae West de la que probablemente adoptó algunas de sus técnicas interpretativas. Tenía la habilidad de llenar con su presencia el escenario por sí sola mientras la gente esperaba que Dorita lanzara una mirada encendida y picaresca que, por lo habitual, provocaba el comentario “algo bruto” de algún espectador, a lo que Dorita solía responder con más insinuante picardía, iniciándose con ella los diálogos entre artista y público, un estilo que tanto ha dado de sí en el espectáculo del cabaret. Decía la crítica de su tiempo que su habilidad para caer bien a los espectadores era que parecía pedir perdón mientras cantaba, siempre con segunda intención, las cosas que hoy consideraríamos groseras.

Sus canciones expresaban la sinceridad picaresca que tanto era del gusto de los amantes del género. Así cuando decía: 

“A las cuatro de la tarde / van al cine y él la asedia. / Y ya está la cosa que arde / a las cinco o cinco y media. / A las seis toman un coche / si es que al fin se hayan de acuerdo / y a las ocho de la noche / si te he visto no me acuerdo”.

O cuando esboza una crítica a personajes o tópicos de la historia como la que hizo a madame Baterfly o al amor en la antigua Roma:

“La Romana caprichosa / toda Roma me llama. / Yo queriendo fui una ansiosa / si un romano me gustó. / Con el gran César yo fui arrogante y absoluta. / Con Petronio tuve amores y con Bruto fui muy bruta.”

Pero de todas sus canciones la más conocida fue la famosa “Fumando espero” que interpretó en cientos de ocasiones y que más tarde interpretaría Sarita Montiel luego de pedirle autorización, por tener ella la exclusiva. 

Durante más de veinte años fue la estrella del Molino y reina del Paralelo de Barcelona, y ha sido considerada la mejor cupletista de todas las épocas de la ciudad de Barcelona a donde acudían de todos los rincones de España para verla actuar.

Entre los muchos amigos que tuvo, tenía fama de “castigadora”, y entre ellos se contaron importantes personajes de la época como Company, el general Sanjurjo o Primo de Rivera del que tenía una gran opinión, aunque fuera éste, cuando dio el golpe de estado quien ordenó el final del “destape”, lo que provocó por su parte una despreciable opinión de la censura.

La Bella Dorita se retiró de los escenarios en los años sesenta del siglo pasado en el teatro Victoria interpretando “Historias del Paralelo”. La ciudad de Barcelona la ha reconocido ofreciendo su nombre a la plaza del Molino. Un bello reconocimiento.

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