Claves y órganos que viajan por España hasta Vélez Blanco

Este año el Festival de Música Renacentista y Barroca cuenta con tres clavicordios, uno propio, otro llegado de Hellín y uno de Granada

Los cursos del Festival de Vélez Blanco, en imágenes

Helena Martínez toca uno de los claves del festival.
Helena Martínez toca uno de los claves del festival. / Javier Alonso

Un órgano positivo llega desde Sevilla hasta Vélez Blanco. Ha viajado perfectamente protegido en una enorme furgoneta hasta que, una vez en su destino, lo descargan en la plaza del convento de San Luis. Esa noche sonará en la iglesia del convento. Luego regresará, de nuevo cuidadosamente arropado, hasta su hogar sevillano. Ese, como otros tantos instrumentos, son alquilados para los conciertos en un operativo logístico que lleva muchos meses de preparativos. Es la parte que no se ve del Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco.

Helena Martínez es la coordinadora de la parte musical del festival. Desde el mismo momento que tiene la programación definitiva se pone en contacto con los diferentes grupos para saber qué necesidades tienen de cara a los conciertos. “Suelen pedirnos claves y órganos, ya que son instrumentos muy voluminosos que no pueden traer con ellos”, explica. Alguna vez también han solicitado contrabajos, aunque son casos más excepcionales, como agrupaciones llegadas desde el extranjero.

Los claves también son instrumentos que hay que “importar” para el festival. Aunque desde 2019 cuentan con uno propio, elaborado por el prestigioso lutier Rafael Marijuán. Este año, el festival cuenta por primera vez con tres claves, lo que supone un salto cualitativo. Así, pueden disponer de uno en la clase de canto, otro en la de orquesta y un tercero que está en la iglesia del convento para ensayar la ópera que los alumnos interpretarán el sábado.

Así pues, al clave verde que es propiedad del festival se han unido uno rosa que alquilan cada año en Hellín, Albacete, y otro que vino desde Granada de la mano del prestigioso afinador José María Leonés.

Precisamente esa es otra de las novedades de esta edición del festival. Por primera vez cuentan con un afinador de claves, el mismo que trabaja para el Auditorio Manuel de Falla y para el Festival Internacional de Música y Danza de Granada.

Aarón Zapico toca uno de los claves.
Aarón Zapico toca uno de los claves. / JAVIER ALONSO

El cuidado de estos instrumentos es complejo. Son muy sensibles a los cambios de temperaturas y otros elementos, por lo que hay que estar pendiente de ellos a cada instante. “El afinador hace tres rondas diarias: una por la mañana antes del inicio de las clases, otra a mediodía, y luego antes de los conciertos o ensayos de los grupos”, explica Helena Martínez.

La logística de un festival de esta envergadura conlleva mucha planificación y trabajo durante meses. No solo para conseguir los instrumentos —subirlos al castillo, por ejemplo, cuando se celebran conciertos allí, requiere de maquinaria especial—, sino que también para los diferentes elementos del escenario que requiere cada puesta en escena. Así, por ejemplo, el año pasado hubo que adquirir decenas de metros cuadrados de linóleo, una tela especial para cubrir el escenario para las actuaciones de danza. O, este año, se han construido algunos elementos metálicos a medida para la escenografía de la ópera de la academia musical.

En definitiva, hay mucho trabajo oscuro, tras los focos, que hace posible que en el momento de que suenen las primeras notas de un concierto todo salga a la perfección.

José María Leonés, el afinador que pone a punto los instrumentos

José María Leonés es uno de los afinadores más prestigiosos de España. Hasta Vélez Blanco ha viajado con su clave y con una bolsa de cuero llena de llaves para afinar los tres clavecines que hay repartidos por el festival.

José María Leonés afinando uno de los claves.
José María Leonés afinando uno de los claves. / Javier Alonso

Cada jornada dedica varias horas a poner a punto estos instrumentos. Se sienta en la butaca, afina el oído, coloca el móvil con una aplicación que sirve de diapasón y empieza a pulsar las teclas. Hábilmente gira las clavijas hasta que logra el sonido deseado.

Leonés estudió piano durante ocho años, aunque asegura que el oficio de afinador lo aprendió de su padre. Durante años tuvo una tienda de instrumentos junto al conservatorio de Granada, pero tuvo que cerrar por la pandemia. Ahora alquila claves y órganos para conciertos, además de afinarlos.

“En los instrumentos de cuerda vibrada no existen los múltiplos exactos; afinar temperado es desafinar una cuerda para que suenen bien las demás”, bromea.

José María Leonés tiene un oído excelente. Lo demuestra con cada explicación sobre tonos, semitonos y la vibración de las cuerdas. Aspectos técnicos que resultan difícil de entender para los profanos en música. Sin embargo, asegura que no tiene oído absoluto y que, de hecho, es negativo para su profesión: “Se vuelven locos con las frecuencias de un clave”, dice con una sonrisa en la boca.

stats