Cultura

Un coleccionista encuentra en Madrid un autorretrato de Segura Ezquerro

  • José Manuel Marín localiza esta obra realizada por el artista almeriense tras llegar de Cuba en los años 30 · En el lienzo se puede apreciar el carácter vanguardista y la fuerte personalidad del artista

El descubrimiento en Madrid de un autorretrato, de principios de los años 30, del pintor almeriense José Segura Ezquerro aporta un nuevo avance en la reciente investigación de las Vanguardias de la Pintura Almeriense de la primera mitad del siglo XX.

Esta obra fue realizada tras el traslado del pintor, de La Habana a Madrid en 1931, al ser invitado por el Círculo de Bellas Artes de la capital para exponer sus trabajos en  ese mismo año. El cuadro procede de la familia de su hermano Eduardo Segura Ezquerro, y se ha incorporado recientemente a la  colección de José Manuel Marín.

Con el autorretrato realizado en óleo sobre lienzo y medidas 1,20 x 0,80  muestra lo evidente de su carácter vanguardista y su fuerte personalidad, así como un claro acento de admiración hacia la libertad de expresión que acompañaba la revolución artística de su tiempo.

La elección del fondo, el color, la pincelada y composición, lo acreditan como una de sus mejores creaciones; siendo este trabajo el primero de  una serie de autorretratos, que más tarde repite cada decenio, años 40, 50 y 60, manteniendo siempre, curiosamente, el mismo gesto de mirada en todos ellos; consciente de dejar huella del paso de su tiempo.

Acompañan la adquisición dos retratos femeninos de gran calidad. Por un lado, Habanera, que representa a la que, según la familia, había sido su compañera sentimental en La Habana, y Retrato de Joven. En ambos  muestra la expresión intimista y reflexiva que encontramos desde sus primeras exposiciones en Cuba  de los años 20. José Segura Ezquerro nace en Almería en 1897. Estudia dibujo en la Academia de Bellas Artes de Almería con Joaquín Acosta. Se gradúa de profesor de dibujo en la Real Academia de San Fernando, Madrid, como alumno de Julio Romero de Torres. Gana una beca a la Escuela de Artes Gráficas, Madrid. Estudia con Leo Bertín dos años en Burdeos.

Permanece en Cuba de 1921 a 1931. Participa del movimiento vanguardista. Pinta, realiza exposiciones y entabla amistad con Víctor Manuel.  En 1931 regresa a España.

Realiza dos exposiciones en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En 1939 regresa definitivamente a Cuba. Realiza innumerables retratos a personalidades cubanas.  Realizó tres exposiciones en Madrid y diecisiete en La Habana. Muere en La Habana en 1963.

Plumas de destacados críticos elogiaron su arte. En Madrid escribieron sobre su obra José Francés, Manuel Abril, José Pardos López, Gil Fillol, Jorge de la Cueva, Ángel Vegue y Goldoni, Emiliano M. Aguilera, Julián Moret, Répide y otros. En Cuba,  Jorge Mañach, Gastón Baquero, Suárez Solís, Rafael Marquina, Armando Maribona, Gilberto González y Contreras, Armando Leyva, Enrique Pizzi de Porras, Manuel Villaverde, Juan J. Remos, Conde del River, Capó y otros.

Entre sus principales características artísticas está el apego a un realismo un tanto liberal en sus retratos, generalmente de tamaño natural, que contrasta con el impresionismo de sus paisajes. Retratista ante todo, sus principales méritos serían el saber trasladar el alma del retratado al lienzo y un notable dominio en pintar ojos y manos.

Su obra artística, y también su vida, puede tomarse como paradigma de lo hispano-cubano, o mejor, de lo habanero-andaluz. Media vida en España y la otra mitad en Cuba; un hijo nacido en Cuba y otro en España; el viejo Madrid y el Bosque de la Habana. A veces hasta llevó sus dos patrias a un mismo lienzo.

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