Diego Fernández, el gran constructor de claves que murió hace hoy 250 años

Música

Nacido en Vera en 1703 dedicó toda su vida a la construcción y reparación de claves y pianofortes de la familia real y la nobleza y falleció en 1775 en Madrid

Clave atribuido a Diego Fernández  Smithsonian Museum, Washington.
Clave atribuido a Diego Fernández Smithsonian Museum, Washington. / John Koster
Luisa Morales

15 de febrero 2025 - 07:10

Hoy celebramos al ‘famoso Don Diego’. Así es nombrado en las publicaciones del Diario de Madrid de la década de 1770. Diego Fernández Caparrós nació un 26 de diciembre de 1703 en la ciudad de Vera y falleció el 15 de febrero de 1775 en Madrid, tras dedicar toda su vida a la construcción y reparación de claves y pianofortes de la familia real y la nobleza.

La trayectoria profesional de Diego Fernández no puede ser más exitosa. Tras dejar su ciudad natal, Vera, se traslada a Madrid donde lo encontramos a la temprana edad de 18 años realizando encargos para la familia real, y a los 21 como reparador de los claves de la reina Isabel de Farnesio y de las infantas.

En la década de 1730 es empleado reiteradamente como afinador de claves en las Fiestas Reales que se desarrollaban principalmente en Aranjuez, donde las fastuosas falúas reales cargadas de músicos navegaban el Tajo acompañando a los reyes en un despliegue de belleza visual y auditiva y también como herramienta de propaganda del poder de la nueva dinastía de los Borbones.

Tras la muerte de Felipe V, la ascensión al trono de Fernando VI y de su consorte María Bárbara de Braganza en 1746, supuso el establecimiento definitivo de Diego Fernández como constructor de la corte. Así, en 1747, se le concede por decreto real un salario anual de 500 ducados con la obligación de construir, reparar y hacerse cargo de todos los claves que fuesen necesarios para la Casa Real.

Este hecho no solo supuso la consagración de Diego Fernández como el mejor constructor de claves en España sino que también supuso su proyección internacional. Por un lado, el clave era el instrumento que tocaban ambos reyes, Fernando VI y María Bárbara y sobre todo, el maestro de ambos desde hacía más de una década: Domenico Scarlatti (1685-1757).

Scarlatti con sus cerca de 550 sonatas, revolucionó la literatura para instrumentos de teclado con nuevas armonías y recursos técnicos. Pero además, hay otra persona determinante en la proyección artística de Don Diego: el famoso cantante Farinelli.

Scarlatti, Farinelli y Fernández acompañaban a los reyes en sus desplazamientos estacionales de una residencia real a otra: El Buen Retiro, Aranjuez, El Escorial y La Granja. Farinelli y Scarlatti proveían de música a los reyes, el primero como músico de cámara y director de facto de la ópera real, el segundo, como compositor de música para tecla. En este ambiente efervescente de creación artística, Fernández inventó un nuevo modelo de clave inédito hasta ese momento en Europa: ‘ el clave de registro’.

Este clave tenía 5 registros y 4 órdenes de cuerdas, y la gran innovación de Fernández: dos pomos para accionar con los pies los registros. Este mecanismo permitía a la reina matizar el volumen y timbre del instrumento sin usar las manos, permitiendo el uso de una paleta de colores sonoros desconocida en la época.

Giovenale Sacchi, biógrafo de Farinelli cuenta como la reina María Bárbara deseaba un clave con variedad de voces y preguntando a Farinelli si alguna vez había visto alguno semejante, Farinelli respondió con una negativa pero acudió a Fernández, sabiendo de sus capacidades excepcionales, para que diseñara y construyera un instrumento semejante.

Cuando Fernández acabó el clave, Farinelli lo depositó secretamente en el cuarto de la reina, como sorpresa. El mecanismo inventado por Fernández precedió a las genouillères francesas de finales de 1750 y al pedal automático de los claves ingleses de la década de 1760.

En el inventario de instrumentos de la reina María Bárbara, se cuentan un total de doce pianofortes y claves, entre estos, cuatro claves construidos por Diego Fernández.

Como muestra de su aprecio por Farinelli, la reina le legó en su testamento los libros manuscritos de las sonatas de Scarlatti y dos claves de Fernández, entre ellos, el nuevo ‘clave de registros’. Una vez fallece la reina, Farinelli se lleva los libros de Scarlatti y los claves de Fernández a su retiro en Bologna. El cantante le tiene tal estima al clave de Fernández que lo llama Il Correggio en honor al célebre pintor.

Tras la muerte de Fernando VI y María Bárbara, Fernández siguió construyendo claves y también pianofortes para la familia real, el infante Don Gabriel y las infantas, hasta su fallecimiento en Madrid el 15 de febrero de 1775.

Diego Fernández tuvo 9 hijos con María Baldivia, oriunda también de Vera. Su sobrino, Julián Fernández le sucedió como constructor de claves y pianofortes en la corte.

El Festival de Música de Tecla Española FIMTE, nació en el año 2000 con el fin de difundir y poner en valor la figura de Diego Fernández. En octubre de ese año organizamos el primer simposio “Diego Fernández” en el que expertos organólogos y musicólogos de todo el mundo vinieron al Levante Almeriense a debatir durante dos días los instrumentos del veratense en el contexto de la construcción de claves española y europea. A partir del interés creado, Oxford University Press encargó a la que suscribe este artículo la entrada ‘Diego Fernández’ en la nueva edición del Grove dictionary of musical instruments publicado en 2014.

Es tiempo de rendir homenaje a Diego Fernández más allá del aniversario. Sus claves están íntimamente ligados a la composición de las obras para teclado más revolucionarias del siglo XVIII: las sonatas de Domenico Scarlatti, un repertorio que nunca ha dejado de sonar, desde su primera publicación en 1736-7 hasta las interpretaciones de los jóvenes pianistas actuales.

La ciudad de Cremona ha construido un polo de atracción cultural y turística entorno al violín y a su famoso lutier Antonio Stradivari. El veratense Diego Fernández es patrimonio cultural nacional y andaluz. Es tiempo de que las instituciones almerienses actúen por la cultura de largo aliento, aunando fuerzas y dedicándole el museo del clave. Es la hora de Diego Fernández.

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