Cultura

La fusión entre flamenco y tango de La Milonga enamora al público en el Apolo

  • El grupo que actuó el pasado viernes, acompañado de varios artistas invitados, llenó el aforo del Teatro en una noche de magia

Una gramola apoyada en una mesa con mantilla, diapositivas de época, perchero de madera, mesa de cantina con botella de anís, violín, acordeón, aire porteño mezclado con la raíz flamenca. Una puesta en escena cuidada por La Milonga Flamenca, que el viernes estrenaba en el Teatro Apolo de la capital su nuevo espectáculo, un nuevo giro de tuerca a su fusión sin ambages del tango y el flamenco, con los sentimientos y la pasión emocional como denominadores comunes.

La formación nacida en Almería compuesta en 2013 por músicos de diversa procedencia tanto musical como geográfica colgó el cartel de 'no hay billetes' y respondieron sobre el escenario a la justa expectación.

Mauro Rosso a la voz y flauta, Antonio El Wity a la guitarra y Hesú de la Guajira a las percusiones estuvieron acompañados, además, de un gran elenco de colaboradores que pusieron la magia a su propuesta musical.

En el cuerpo de baile, del lado del tango Tupac y Belén, del lado flamenco Mayte Beltrán y Tony Santiago. También Miguel Ángel Fernández Sola en el acordeón; Borja Sáez en violín; y Rocío Zamora al cante.

Fue precisamente la cantaora, siempre atinada, la encargada de abrir el concierto, acompañada de 'Wity' y a los que progresivamente su fueron uniendo violín, percusión y baile al compás del Nada le debo a la vida de Pepe Marchena.

Fue la salida a una noche de emociones fuertes, con El Andariego de Pepe Jara, clásicos como Obsesión, Cambalache o Uno, regados de grandes ejercicios de baile, ya sea por taconeo y porte flamenco o con la pasión y erótica del tango.

Con un ambiente cada vez más caldeado, Mauro Rosso seguía comandando con elegancia el ritmo de un concierto que continuó con Que nos vaya bonito, Garganta de Arena, Quisiera amarte menos o La Bien Pagá.

Momentos de mayor intensidad vocal que abrieron el camino al último tramo del recital, con temas que mantuvieron la tensión teatral. Por ejemplo, Por una cabeza, una canción que Rosso dedicó a sus abuelos. Payaso de Bambino o Puro Teatro de La Lupe, elevaron la intensidad para finalizar con su divertida adaptación de Dos gardenias de Machín y En el último trago de José Alfredo Jiménez.

Más de una hora y media de buen hacer que el público reconoció con una larga ovación final, mientras decenas de camisetas volaban desde el escenario como regalo a la atención prestada.

La Milonga cumplió con creces la gran expectación que había suscitado este recital donde se sumaron un buen grupo de amigos. Destacar la entrega del grupo y sobre todo la conexión con el público que pasó el viernes una velada inolvidable. Una vez más, el flamenco y el tango se dieron la mano en una noche mágica para todos.

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