Flamenco en el Corral de Almagro

Crónicas desde la ciudad

Con la guitarra de su hermano Antonio, Ana Mar García de Quero estrenó, en la 48ª edición del muy prestigioso Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, “Ana por Ana. Barroco a compás”

Paula Rodríguez, Ana Mar García y Antonio de Quero.
Paula Rodríguez, Ana Mar García y Antonio de Quero. / Histrión Teatro
Antonio Sevillano

24 de julio 2025 - 06:23

EL deseo de asistir al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro se demoró excesivamente en el tiempo. Demasiada espera. Ahora, cuando celebra su 48º edición, se ha visto cumplido con creces. Los más de 700 km. -ida y vuelta- recorridos con excelentes amigos por tierras de la otrora poderosas Orden de Calatrava merecieron la pena. Motivado por la ineludible invitación de una joven a la que profeso cálido afecto. Ana Mar García de Quero, a quien he visto crecer en su triple faceta de musicóloga, cantaora y docente, estrenaba “Ana por Ana. Barroco a Compás”, perfectamente secundada por la brillantez y preciosismo guitarrístico de su hermano Antonio de Quero y la sugerente voz en off de Paula Rodríguez, dramaturga y directora de dicha ópera prima en el emblemático Corral de Comedias (s. XVII) de la monumental ciudad manchega. Paula es graduada en la RSAD de Madrid y doble Máster de Actuación en Londres y Madrid.

Con el placer añadido de conocer personalmente a la directora en el último trienio del certamen teatral dedicado al Siglo de Oro más importante de cuantos tienen lugar en España: la paisana alquianera Irene Pardo Molina, quien con extremado celo, eficacia y rigor -no exento de empatía hacia los actores y resto del personal de la compleja organización- lleva las riendas del heterogéneo entramado con más de un centenar de actividades en apenas un mes (3-27 de julio), distribuidos en diferentes espacios escénicos amén del citado Corral de Comedias: Plaza Mayor, Teatro Municipal y de Adolfo Marsillach o Casa Palacio de Villarreal y de Juan Jedier. No en vano sus titulaciones la avalan: Irene es Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Almería, Doctora de Literatura Española (Crítica e Interpretación) en la Universidad de Castilla-La Mancha y Máster de Gestión Cultural, Música, Teatro y Danza por la Complutense de Madrid.

Ana Mar ya participó el pasado año cantando por derecho versos de Garcilaso de la Vega -junto a las compañeras del Conservatorio murciano que conforman el cuarteto “Puntales”- en el acto de entrega del premio que anualmente concede el Festival. En esa edición a Rafael Álvarez “El Brujo”.

Mientras que su hermano Antonio hizo lo propio en la actual tocando el preludio de la Danza de Fuego (Amor Brujo) y tarantos (con declamación de Manuela Velasco, hija de la tristemente desaparecida Concha); además de soleá y bulerías para el baile de la eximia Cristina Hoyos,

Ana María Caro de Mallén

El éxito absoluto la acompañó en las dos funciones consecutivas (18-19, julio) en un Corral ocupado prácticamente en su totalidad, bajo la producción de HISTRIÓN TEATRO (Nines Carrascal y Gema Matarranz). Obra merecedora, dada su calidad, originalidad y temática, de ser anunciada en lugares ajenos al de su premiére (ya está confirmada una gira en Uruguay).

Ambas representaciones se ajustaron con fidelidad a las vivencias de la mujer que la inspiró -Ana María Caro- y al repertorio de la decena de “palos” flamencos que relacionemos, interpretados con garantía y solvencia, según los cánones: Taranto, Romance por soleá, Tangos, Tanguillos, Seguiriyas, Martinete, Toná y Debla, Colombianas y el consabido fin de fiesta por Bulerías. Al tiempo que Antonio permanecía en su silla de enea, Ana Mar actuó, cantó y contó adueñándose del descarnado escenario. Ocupó balconadas, entró y salió por distintas puertas y accedió al patio de butacas en un continuo ir y venir; propio de una muy cuidada escenografía a caballo de las primitivas corralas trianeras o patios de vecinos y de los actuales tablaos y peñas.

Apoyada en la narrativa de Paula Rodríguez sobre la intensa vida y obra de Caro Mallén, Ana Mar subrayó determinados aspectos de su biografía, aunque incidiendo con énfasis en precisiones didácticas propias del arte declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y que el público agradeció. Dio a conocer los tercios y ritmos de cada estilo, compases y métrica. O bien la amalgama de culturas que dieron origen al flamenco tal como hoy lo concebimos: judaica, árabe, cristiana, del pueblo gitano o del común de andaluces humildes y menesterosos. Expresado desde la lírica popular, el dolor lacerante del jornalero sometido o las pequeñas alegrías que una sociedad injusta le proporcionaba raramente. En palabras del también almeriense y afamado guitarrista internacional Niño Josele, el flamenco (con mayúscula) es, en definitiva, “como un mar en donde desembocan todos los ríos”.

El guión se sometió con precisión textual a las dos comedias salvadas del fuego purificador tras el fallecimiento en Sevilla de Ana María Caro de Mallén y Torres (o Soto) durante la epidemia de peste sufrida en noviembre de 1652. Nacida hacia 1590 en Granada, esclava y morisca, fue adoptada por Gabriel Caro -procurador de la Real Audiencia de la capital nazarita-, fijando su residencia en Sevilla, donde fue bautizada y convertida al cristianismo. Ahí permaneció salvo una breve estancia en la Villa y Corte matritense. Dramaturga, autora de distintas loas, “relaciones” poéticas paganas y religiosas y encargos del Clero hispalense, gozó del favor de la aristocracia -conde duque de Olivares o del duque de Las Torres- y fue respetada por afamados escritores masculinos de su época: Cervantes, Góngora, Calderón o Tirso de Molina.

Apodada la musa de Sevilla por su vasta cultura-, es junto a María Zayas la primera mujer que cobró por su obra editada. De la calcinación antedicha se salvaron escasos “papeles”, manuscritos y las dos comedias inspiradoras de “Ana por Ana. Barroco a Compás”: Valor, agravio y mujer y El conde de Partinuclés.

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