Irene Berenguel, la joven virtuosa en la música que toca el violonchelo de pie

Música

La joven violonchelista acaba de adquirir un gran violonchelo personalizado con un sonido único

Irene Berenguel en pleno Parque Natural Cabo de Gata-Níjar con su nuevo violonchelo.
Irene Berenguel en pleno Parque Natural Cabo de Gata-Níjar con su nuevo violonchelo.

Está considerada como una de las mejores intérpretes de violonchelo en España. La música la lleva en la sangre desde que era una niña y a sus 31 años sigue trabajando día a día para conseguir casi la perfección. Es cercana, cariñosa y sobre todo muy exigente. Es Irene Berenguel García, una almeriense que acaba de adquirir su cuarto violonchelo, que aparte de una gran belleza estética tiene un sonido único.

Nació en el Hospital Torrecárdenas, porque su madre quiso que así fuese. “Mis padres que son almerienses vivían en Granada y mi madre se vino a Almería para que yo naciera aquí. Mi padre estaba con las oposiciones y cuando yo nací justo aprobó las oposiciones. Siempre dice que yo traje un pan debajo del brazo”.

Estudió en el Colegio Europa y luego estuvo en el IES Alborán. “Por las mañanas iba al instituto y por las tardes al Conservatorio”, recuerda, al tiempo que ya desde niña tenía claro que “quería ser la número uno de chelo, tocando en un concierto con una orquesta Filarmónica. Yo tenía muchas fantasías con eso, lo tenía clarísimo de siempre”.

“Veía los conciertos, las solistas tocando con la orquesta y me producía algo especial en el cuerpo y decía quiero ser eso. Un día íbamos en el coche de camino a comprar al supermercado y sonó en la radio una canción y me quedé fascinada. Le dije a mi padre, yo quiero tocar de mayor esa canción y con ese instrumento. No sabía ni cuál era ese tema. Luego ya supimos cuál era esa canción y que instrumento era, y era el violonchelo. La canción que me marcó fue el Concierto para violonchelo en mi menor, Op. 85 de Edward Elgar” apunta.

Irene Berenguel, que lleva desde los 18 años emancipada, sostiene que “cuando empecé en el Conservatorio hice las pruebas y me metí a estudiar violonchelo. Me dieron la opción de cambiarme a piano, porque piano me gustaba también mucho, pero yo ya me enamoré del sonido del chelo. En Almería hice el grado elemental y el medio y después me fui a Jaén a hacer el Superior. Cuando terminé mi carrera, para mi concierto final, toqué el Concierto para violonchelo en mi menor, Op. 85 de Edward Elgar, el que había escuchado cuando tenía seis años”.

Luego llegó la etapa en la que Irene Berenguel necesitaba seguir formándose y decide marcharse de España. “Decidí seguir formándome pero ya fuera de España”. Berenguel vive con muchísima pasión su trabajo. “El violonchelo para mí es como mi pareja, es mi novio. Hemos tenido peleas, hemos tenido momentos que no quería ni verlo, de no cogerlo en dos semanas”, sostiene la joven artista cuando habla con amor sobre este gran instrumento.

Irene como todo ser humano tiene momentos mejores y otros menos buenos. “Nos afecta mucho a la hora de tocar el estado emocional en ese momento. Lo que pasa es que como profesional lo sabes disimular a la hora de actuar. De todas maneras como soy tan expresiva en la cara se me nota cualquier cambio emocional”.

La almeriense ha madurado con rapidez. Cuando era una niña que estaba en la OJAL era bastante tímida, hoy sin embargo, se aprecia que se ha abierto mucho y los años y la experiencia también se dejan notar. “Era tímida pero al final cambié un poco el chip. Hice un trabajo personal pero ya no solo para tocar y actuar en público, porque al final estamos tocando música pero también estamos actuando, estamos dando una performance. Por eso invertimos tanto en vestuario, porque estamos haciendo una actuación visual. En todo eso he cambiado mucho”.

Berenguel tiene que tocar el violonchelo a diario. “Desde niña tengo un piano en casa. Para mí el chelo es como disciplina, no me permito fallar en una nota porque es a lo que me dedico, pero el piano lo disfruto, y si me equivoco en una nota, me río. Cuando estoy mal siempre toco el piano es como un desahogo”.

José Berenguel, Responsable de publicaciones de la editorial de la Universidad de Almería y Albina García López, enfermera del Hospital Torrecárdenas son los padres de Irene Berenguel. “Mi padre sí toca la guitarra, es autodidacta, algo que admiro muchísimo porque no sabe leer una partitura pero toca unas cosas maravillosas, lo saca todo de oído y eso viene de mi abuela. Ella es mi ángel de la guarda y de hecho la llevo tatuada. Ella siempre me dice por donde tengo que ir y ella me va guiando. Ella cantaba genial. Ellos son de El Alquián”.

Los inicios de Irene Berenguel fueron en la OJAL y posteriormente también actuó con la OCAL. “Me sirvió mucho para perfeccionar”, comenta al tiempo que recuerda su estancia en Rotterdam en Holanda. “Al principio lo pasé mal. Me encanta la playa y me encanta comer bien. Llego allí y a las 4 de la tarde ya oscurece y lo pase mal. Me puse a hacer mi máster de dos años pero lo hice allí en tres años”. Entre lo bueno de Rotterdam es que allí había conciertos todos los días. “Allí hay conciertos cada día con lo cual aproveché”. Tuvo grandes profesores en esa etapa. “Siempre he dicho que para mí un buen profesor no es que toque de locos sino que sepa transmitir. Allí yo aprendí muchísimo y luego tuve la grandísima oportunidad de poder tocar en el Tomorrowland, festival en Bélgica”.

Tras su periplo holandés, Irene Berenguel decide volverse a su tierra. “Coincide mi llegada de nuevo a Almería con el COVID. Me planteé presentarme a las oposiciones para profesora de chelo en el Conservatorio. Las aprobé pero sin plaza. De todas maneras, yo no me imagino mi vida siendo profesora y ya está”.

En su vida profesional hay un hecho clave y que fue no hace mucho tiempo. Fue conocer a la violinista Nadia Rudenko, afincada en Almería. “Hace un año que nos conocimos. Yo ya la seguía hace un tiempo, y le tenía mucho respeto. Es el prototipo de lo que siempre he querido ya que sus actuaciones son distintas y memorables. Desde fuera se ve una mujer súper y muy empoderada El tiempo pasó y yo estaba muy parada, no sabía para dónde tirar. El chelo es un instrumento de acompañamiento más bien, no es de hacer melodías. Un día recibo una llamada, estaba maquillándome para irme a un festival, y era Nadia. No me lo podía creer y me dijo que estaba buscando una compañera que tocase el violonchelo, que le habían hablado de mí, de mi estilo y quedamos para conocernos en persona”.

“Tras tomar un café, hablamos y vimos que teníamos muchas ideas en común pero al final hasta que no tocásemos juntas no sabíamos realmente si la cosa cuajaría o no. Tuvimos nuestra primera actuación y fue increíble”, dice.

Irene sostiene que “en una orquesta estas sentada con tu atril y con tu partitura, y vas muy seguro. Ahora, las escenas que hacemos nosotras tienen otra cosa. Yo toco con el chelo de pie, no toco sentada. Yo he andado con el chelo en el escenario del Auditorio Maestro Padilla”.

“Empezamos a tocar juntas y a partir de ahí vimos que a las dos nos gustaba mucho lo mismo, como las vestimentas. Nos tiramos un montón de tiempo inventando cosas. Yo soy muy clásica, tiro mucho para el mundo clásico y ella está más ambientada en la música actual y las bandas sonoras”, aclara. “Decidimos hacer un poco de mezcla entre lo clásico y lo moderno. De hecho tenemos varias piezas que mezclamos música clásica y la transformamos a electrónica de repente”.

Irene Berenguel acaba de adquirir un violonchelo que es supersónico. “Tengo tres chelos y acabo de comprar otro. El tradicional tiene una gran caja de resonancia ya que es de madera total. Ahora tengo un chelo electrónico y personalizado. Este me ha llegado de Reino Unido, suena muy bien y puedo tocar sin cables por medio. Me puedo mover mucho más por el escenario porque es inalámbrico. Se nota en el sonido que es de mayor calidad”.

El piano también juega un papel importante en la vida de Irene Berenguel. “El piano de verdad que lo uso cuando estoy mal y lo uso para desahogarme o para sacar una melodía que necesito. Al final el piano tiene las teclas, está afinado, entonces es más fácil sacar melodías y ya lo paso al chelo. Pero me he hecho un estudio en mi casa que es chulísimo para grabarme. Vamos un espacio para mí”.

“Me encantaría grabar un disco”, afirma. “Me gusta mucho ser muy organizada, porque tengo muchas cosas. Apenas tengo vida social, pero sé que es un proceso, porque me voy marcando los tiempos”. De momento, se plantea grabar un videoclip con el chelo nuevo y quiere grabarlo en un paraje de Almería.

Irene Berenguel es todo un espectáculo verla con su Chelo nuevo en directo. Comunica y llega al corazón y además en su cara se ve como disfruta la música en directo.

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