Lorenzo Cara publica un libro sobre la historia y el legado de la minería en la Sierra de Gádor

Historia

La obra con prólogo de Andrés Sánchez Picón ha sido editada por el Centro Virgitano de Estudios Históricos

Lorenzo Cara con su obra sobre la minería de la Sierra de Gádor.
Lorenzo Cara con su obra sobre la minería de la Sierra de Gádor. / Diego Martínez

El libro La minería de Sierra de Gádor: Historia, patrimonio y legado, escrito por Lorenzo Cara Barrionuevo, publicado por el Centro Virgitano de Estudios Históricos y con prólogo de Andrés Sánchez Picón, aborda el desarrollo minero de esta zona almeriense desde el siglo XVIII hasta su declive a finales del XIX.

Con 287 páginas, la obra detalla la evolución de la explotación minera, la importancia de la burguesía local en su desarrollo, y las condiciones de vida de los trabajadores, además de proponer una reivindicación del patrimonio minero a través de rutas e investigaciones arqueológicas.

La minería en Sierra de Gádor alcanzó su mayor esplendor entre 1820 y 1837, cuando se convirtió en una de las principales actividades económicas de la región. Durante este período, los yacimientos de plomo atrajeron a inversores y trabajadores, lo que propició una reorganización de la economía local.

En sus inicios, la explotación estuvo controlada por aristócratas granadinos y comerciantes, quienes establecieron una red de fundiciones en localidades como Berja, Adra y Dalías. Sin embargo, con el tiempo, la actividad pasó a manos de una burguesía minera local que, mediante la compra y arrendamiento de fundiciones, consolidó su dominio en el sector.

A diferencia de otras zonas industriales de España, en Sierra de Gádor no se desarrolló un tejido empresarial fuerte ni una burguesía con capacidad de interlocución provincial, ya que el poder económico seguía vinculado a la tierra y no a la industria.

El libro estructura la historia minera de la región en cinco grandes fases. La primera corresponde al periodo preindustrial, cuando la explotación del plomo estaba controlada por la Corona mediante el estanco y las fundiciones reales. La segunda, entre 1820 y 1837, es la etapa de máximo esplendor, caracterizada por una intensa actividad extractiva y la llegada de inversores externos.

La tercera fase, a partir de 1840, estuvo marcada por la improvisación y el reajuste económico, con la proliferación de pequeñas explotaciones y la introducción del sistema de horruras, basado en la autoexplotación laboral. En la cuarta etapa, la minería experimentó una cierta modernización con la incorporación de tecnología como los hornos reverberos ingleses y las máquinas de vapor, aunque la mecanización siguió siendo limitada. Finalmente, en los últimos quince años del siglo XIX, el agotamiento de las minas y la aparición de la uva de mesa como alternativa económica llevaron al declive definitivo de la minería en la región.

Uno de los aspectos más relevantes que aborda la obra es la organización social del trabajo en las minas. Lejos de la imagen de grandes empresas mineras, en Sierra de Gádor predominaban unidades familiares extensas, donde los mineros-fundidores trabajaban de forma autónoma y luego reinvertían sus beneficios en la compra de tierras. Esto explica por qué la actividad minera no derivó en una industrialización a gran escala, sino en una consolidación de la propiedad rural. También se analiza la emigración de mineros hacia otras zonas de la Alpujarra y el impacto de la minería en la producción agrícola y los regadíos de Berja y el Campo de Dalías.

El estudio se apoya en fuentes documentales de archivos históricos, registros notariales y documentación de las explotaciones mineras, complementadas con testimonios orales y un enfoque basado en la arqueología industrial. El libro también logra localizar y caracterizar los restos de más de un centenar de antiguas fundiciones en casi todos los 24 municipios del entorno de sierra de Gádor y propone su integración en proyectos de recuperación patrimonial.

Desde una perspectiva historiográfica, la obra se aleja de las narrativas idílicas para centrarse en los conflictos sociales y las condiciones de vida de los trabajadores. También introduce un análisis novedoso sobre la cultura material minera, un campo de estudio apenas explorado en España.

En definitiva, este libro representa una aportación clave al conocimiento de la historia minera de Sierra de Gádor y al estudio del patrimonio industrial en España. Su combinación de análisis social, económico y arqueológico permite comprender la compleja realidad de la minería en esta región y reivindicar su legado histórico. El autor, Lorenzo Cara Barrionuevo ha realizado un fabuloso trabajo para hacer un libro que servirá de estudio para el futuro.

La importancia de los restos de las fundiciones

El autor de la obra, Lorenzo Cara Barrionuevo explica con respecto a esta nueva obra que “el libro plantea varios aspectos novedosos. La tesis fundamental es que en el siglo XIX hubo un conjunto de empresarios, de emprendedores locales, que fue capaz de desarrollar tanto una tecnología propia, autóctona, como de aplicar esas inversiones al desarrollo local, incluso tuvo unas aspiraciones mayores, pero propiamente empresariales”. “Esos empresarios, que fueron evolucionando, fueron capaces de cumplir uno de sus objetivos, que era poner en cultivo, al menos parcialmente, la parte más occidental del campo de Dalías, donde centraron todo su esfuerzo, o la mayoría de su esfuerzo económico” apunta. La obra reivindica la minería de Sierra de Gádor como una minería de amplio espectro, “una minería tradicional, muy potente, una minería que engloba a muchísimos pueblos de la provincia y que estuvo basada fundamentalmente en el plomo, y que además tuvo derivaciones comerciales cruciales, como fue establecer los vínculos económicos que permitieron el desarrollo de la uva de mesa”. Cara Barrionuevo desvela aspectos muy importantes vinculados a la minería. “En Almería estuvo la mayor fundición que fue Santo Tomás, de la cual todavía en La Chanca se conservan algunos restos. Santo Tomás fue la fundición más importante y la empresa más importante que tuvo Almeria. Esstamos hablando de un patrimonio muy poco valorado. En Almería tenemos un conjunto de fundiciones, de restos de fundiciones excepcionales que pasan desapercibidas al viajero. Cuando vamos por la carretera de Málaga hacia Aguadulce o hacia Roquetas, vemos todavía parte de esos restos”. “Este libro posibilita o hace posible que conozcamos el nombre de los propietarios, las fechas y algunas características de su fundición”, asegura Cara.

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