Cultura

Un maestro de la acuarela de raíces italianas que nació en Fiñana en 1921

  • La autora de la biografía de este genial artista realiza una semblanza de uno de los grandes maestros de la acuarela que nació tal día como hoy pero del año 1921, hace justo 100 años

Julio Visconti en su casa de Almería.

Julio Visconti en su casa de Almería. / Diego Martínez

De ascendencia italiana, Julio Visconti nace en Fiñana, provincia de Almería, el 20 de Junio de 1.921. Siendo muy joven, la familia se instala en Almería donde estudia en el Colegio de La Salle y posteriormente en la Escuela de Artes y Oficios.

Su estancia durante el servicio militar en Marruecos, va a tener gran importancia para su vida artística posterior. Le impresionó aquella tierra, no tanto por la luz, el venía del Mediterráneo, sino por la esencia del lugar: las callejuelas, las vestimentas, el misterio que encierra el pueblo, y al igual que Fortuny se entusiasmo por lo exótico, Julio diría luego: “Estas tierras tienen una gran fuerza de atracción. Sus personajes y forma de vivir, no han perdido todavía el aire de tribu”.

El traslado a Madrid en 1.943 le abrió nuevos horizontes. Cursa estudios de bellas artes formándose en la escultura, en el taller de Ramón Mateu Montesinos y, a la vez alterna su formación artística con el trabajo en una oficina bancaria. En principio, Visconti se centra en la escultura y el óleo, pero será en 1.960, decisivo en su vida artística, cuando tiene su primer encuentro con la acuarela, convirtiéndose desde entonces en el centro de su obra. En este mismo año ingresa en la Agrupación Española de Acuarelistas de Madrid como alumno, de la que posteriormente sería profesor.

En 1.962-63 realiza un viaje por Europa con la finalidad de ver y estudiar el arte en general y de un modo especial la acuarela. En Alemania realiza la decoración de la Casa de España en Stuttgart y alterna este trabajo con la preparación de exposiciones en Viena, Stuttgart, Bonn y Milán. A su regreso a Madrid en 1.964 se le concede una medalla en el salón de otoño y seguidamente recibe la medalla de Felipe Trigo del Ayuntamiento de Madrid, así como el Primer Premio de Pintores y Escultores de África, que en 1.971 volvería a conseguir.

En los años 70, Julio Visconti era ya un acuarelista, no solo conocido en España y Europa sino también consagrado por toda la crítica. Comprometido con el arte presenta sin interrupción sus obras en las galerías y salones de toda España, obteniendo significados triunfos.

Julio decide instalarse en su tierra Almería en el año 1982, emprendiendo otros proyectos personales, como la adquisición en Guadix de una casa-palacio del siglo XVI, que rehabilitó, amuebló y decoró con pinturas, antigüedades y objetos de época, convirtiéndola en un referente de respeto y mantenimiento del patrimonio de la ciudad.

En la década de los 80, Visconti recibe múltiples distinciones y reconocimientos: Indalo de Oro, Hijo Adoptivo y Predilecto de Guadix, Premio Jesús de Perceval (casa de Almería en Barcelona) la Uva de Oro (Casa de Almería en Madrid) Mejor Acuarelista del Año en 1997 por la revista Correo del Arte, Socio de Honor de la Agrupación de Acuarelistas de Madrid y, ya en 2.004, Almería organiza y ofrece un merecido homenaje. También, Caja Granada promueve y celebra una retrospectiva de sus obras donde se pudo constatar el cariño y la admiración que el público en general y los aficionados al arte sienten por él.

Como persona, Julio es un hombre de espíritu cultivado, de gran inteligencia, desposeído de toda soberbia tan lógica en los triunfadores. A pesar de definirse de carácter inquieto, es tranquilo en el diálogo y en su trato con los demás. Si en su vida artística no tiene cabida la falsedad, en la vida personal es consecuente con estas ideas, que obedecen a expresar sus opiniones sin violencia ni críticas destructivas. Nunca he oído un comentario de Julio que pudiera ofender a ninguna persona.

Es un ser integro, la celebridad no ha alterado su vocación de hacer, ni le ha llevado a creerse una persona especial. Su carácter de pedagogo no solo lo demuestra en sus obras, todas ellas sumamente comunicables, sino también como docente, entregándose a la enseñanza por el placer de dar a los demás todo lo que lleva dentro.

(Texto extraído del libro Visconti, de María del Carmen Fernández de Capel Baños, publicado en 2009).

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