La majestuosa obra abstracta de Carmen Álvarez-Coto llega al Castillo de Carboneras

Arte

La artista madrileña, que estuvo casada con el pintor almeriense Florencio Garrido, ya fallecido, lleva cuatro décadas afincada en un pueblo del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar

La artista Carmen Álvarez-Coto en su estudio con una obra de gran formato.
La artista Carmen Álvarez-Coto en su estudio con una obra de gran formato. / Diego Martínez

Lleva mucho tiempo pintando. En los años 80 no paraba de exponer en Madrid. Luego se refugió en un entorno mágico en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, montó su estudio y muy cerca del mar -una de sus grandes pasiones- decidió en un retiro voluntario, dedicarse solo a pintar, sin dejar mucha huella del lugar donde habitaba.

Sus obras de gran formato impresionan a primera vista. Son abstractas, hay mucho color, hay luz con distintas tonalidades, pero sobre todo hay arte, hay compromiso y hay formas. Carmen Álvarez-Coto, es una madrileña que el próximo día 18 inaugura a las 20 horas en el Castillo de San Andrés en Carboneras una exposición de pintura.

Lleva cuatro décadas en la provincia de Almería y es la primera vez que expone en estas tierras. “Voy a mostrar en Carboneras unas 52 obras, donde mayormente son formatos grandes, pero hay dibujos de una primera época mía que son más pequeños”.

Aunque lleva años haciendo pintura abstracta, sus comienzos hay que situarlos en el arte figurativo. “Empiezo en la Facultad de Bellas Artes de Madrid con la grandísima suerte de tener de profesor a Antonio López, que fue un profesor magnífico. Para mí, una joven de poco más de 20 años que se encuentra con él, pues te asombra. Mi mayor sorpresa fue cuando termino y Antonio me da el premio extraordinario de pintura en la Facultad. No lo podía creer”.

Era obvio que teniendo a López de profesor, Carmen Álvarez-Coto hiciera sus trabajos todo figurativo. “Fue una época que hice retratos también. La figuración va cambiando porque para mí, para mi forma de ser, tengo que buscar mi armonía con la pintura. Cuando había que hacer figuración lo hacía, pero siempre me revelaba y si el cielo era a lo mejor de un color, lo ponía de otro” confiesa.

Tras concluir la carrera en Madrid, Carmen Álvarez-Coto tiene trabajo en Cuenca. “Me encuentro en Cuenca con el Museo de Arte Abstracto y yo ya estaba derivando hacia una pequeña abstracción. En ese Museo me encuentro obras de Antonio Saura, Guerrero y Gerardo Rueda. Está todo lo que en ese momento España podía exportar”, recuerda.

“La abstracción es muy compleja porque la gente está acostumbrada a que le den las cosas hechas, la visión hecha. La pintura son una serie de líneas, colores y formas que se estructuran según el pintor vive, se emociona con la realidad y con la naturaleza. El cuadro habla, el cuadro tiene alma, pero hay que esperar que el cuadro te llegue”, dice.

“No me duelen prendas si me dicen no entiendo nada cuando ven una obra mía, yo les digo no hay que entender, hay que sentir. La obra hay que sentirla, no hay que entenderla. Entonces hay que sentir la obra, la obra está con sentimiento, con fuerza, con pasión”, explica.

Sus obras se han expuesto en las mejores galerías de Madrid. Pero un buen día, Carmen Álvarez-Coto se da cuenta de los entresijos del mundo del ate. “Me doy cuenta de lo que te condiciona el mundo del arte, de las envidias, de los celos, de que tienes que hacerla de un formato concreto porque hay que vender. Es toda una venta, yo no vendo tomates, yo vendo arte, con lo cual a mí no se me puede tratar como si vendiera tomates”.

Pero es que Álvarez-Coto va mucho más allá, porque no le importa vender. “Si yo quisiera vender no estaría haciendo cuadros de cuatro metros. Necesito pintar, necesito sentir, necesito crear. Y para crear, si quiero cuadros pequeños, yo podría venderlos pero no me importa la venta, y no estoy por la venta”.

Carmen Álvarez-Coto saca una Cátedra en Cuenca y pide una excedencia voluntaria y su marido Florencio Garrido, un excelente pintor de Almería, ya fallecido, pide otra excedencia y se vienen al Parque Natural, donde encuentran la tranquilidad y la paz.

“Primero veníamos un mes al año y luego ya decidimos comprar en esta tierra. Un día estoy dando clases, y me pregunté que hacía yo dando clases. Pedimos la excedencia voluntaria, y nos vinimos a disfrutar de la belleza maravillosa de un paisaje. Aquí llevo años nadando mucho y también hago mucho buceo. Yo soy nadadora de sentir el mar, de sentir el agua, de sentir las rocas”.

Carmen tiene muy claro lo que le motiva a estar mucho tiempo en esa recogida voluntaria, ya que la mayor de los vecinos de la población del Parque donde vive no conocen ni su estudio ni su obra. “Esta zona tiene una energía que no la encuentras en otros sitios, y conozco bien España. Cuando vi este inmenso remanso de paz hubo una comunicación especial con la naturaleza, el paisaje, el mar y las montañas. Me entusiasmaron y aquí sigo”.

En su estudio de grandes dimensiones hay una gran cantidad de obra de Carmen Álvarez-Coto, en otra sala hay obra de Florencio Garrido, su marido y en unas grandes estanterías en la parte baja se recogen una buena cantidad de libros de arte. En la primera planta del estudio las estanterías rezumen literatura. Esa parte esta dedicada a las novelas que tanto Carmen como su marido Florencio han leído.

La artista en su estudio, lugar donde reúne su obra y aparte pinta en los momentos de más inspiración.
La artista en su estudio, lugar donde reúne su obra y aparte pinta en los momentos de más inspiración. / Diego Martínez

Los sueños de Carmen cuando era una niña estaban relacionados con la música. “Yo quería ser directora de orquesta. La música me vuelve loca. Yo veía a los directores de orquesta, todos unos músicos maravillosos y me encantaba. Quizás hubo otro tiempo en que llegue a pensar en ser bailarina”.

La genial artista sostiene que “de pequeña pintaba como pintan todos los niños. Empecé con unos dibujos miniaturas, mínimos, que han ido creciendo como yo misma, y ahora son unos cuadros de gran formato. Pintaba de pequeña porque me encantaba tener un papel y pintarlo, pero somos diez hermanos y todos pintábamos bien y cantábamos bien y tocábamos la guitarra y era una fiesta”.

Es muy clara en su conversación, no se anda con rodeos. “Pinto mejor que dibujo. Si me pongo hago el dibujo, pero no me emociona como me emociona el color. A mí lo que me emociona es el color”.

Esta familiarizada con el óleo. “He pintando a acuarela, pero no me convence”, confiesa al tiempo que explica lo que la lleva a trabajar en formatos grandes. “Es una cuestión de mi energía. En un cuadro pequeño me escapo, se me sale, tendría que seguir pintando el aire y como el aire no se puede pintar, pues necesito un lienzo muy grande”.

La artista con una excepcional trayectoria encuentra la felicidad cuando pinta, aunque también asegura que la encuentra “nadando, teniendo mi jardín con plantas, amar a la gente y el mar también. Yo no puedo prescindir del mar”.

Se siente una persona muy querida en el entorno donde se mueve. “Hasta con mi marido Florencio, que se murió, es curioso, me peleo aquí con él. Siempre pienso que aunque falleció hace cinco años, está por aquí. Ya no está, pero está por aquí. Todos los días le digo, tú métete en lo tuyo, que yo me meto en lo mío”. Así es Carmen Álvarez-Coto, una artista única y esencial.

Una excelente buceadora, muy enamorada del mar

Carmen Álvarez-Coto es una persona que sabe bien aprovechar el tiempo. Desde joven tocaba la guitarra. “Ya no la toco porque me dediqué a la pintura. Es más tenía una voz bonita y me acompañaba yo misma”. Se mantiene en forma, puesto que hace deporte, sobre todo nada una hora al día y luego le encanta el buceo. El mar es su lugar preferido. En este nuevo territorio plástico, Álvarez-Coto construye un lenguaje profundamente conectado con la Naturaleza, infalible maestra. Sus composiciones, intensas y sugerentes, remiten por momentos a la expresividad de la pintura barroca, aunque con una voz propia, atenta a los ritmos de la tierra y al misterio del paisaje. Fondos marinos, estructuras minerales y pulsaciones vitales se convierten en imágenes simbólicas, expresivas y profundamente personales. La artista tiene dos hijos “que me adoran y los adoro”, remarca. Ahora ya queda esperar al día 18 para vislumbrar una obra que con toda seguridad no dejará indiferente a nadie.

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