Cultura

La prisión de El Acebuche acoge el rodaje de la serie holandesa ‘Buza’

  • La serie que está dirigida por Frank Ketelaar también grabará en la Plaza Vieja, Escuela de Arte y en una calle del barrio de La Chanca

Vista de la puerta de la prisión donde ayer había más movimiento de lo habitual debido al rodaje.

Vista de la puerta de la prisión donde ayer había más movimiento de lo habitual debido al rodaje. / Rafael González

La prisión almeriense de El Acebuche acogió ayer el rodaje de varias secuencias de la serie holandesa Buza. La serie llega a tierras almerienses de la mano de Aty Soesbergen, productora y localizadora holandesa afincada en Almería desde 1993.

La serie Buza, nombre con el que se define la política de Asuntos Exteriores (The Ministry of Foreign Affairs), producida por BNN/VARA y dirigida por Frank Ketelaar, convertirá diferentes rincones y enclaves de la ciudad en los de un país ficticio (Georgetown) que requiere la intervención diplomática del gobierno neerlandés.

En las instalaciones de la prisión provincial de El Acebuche se grabaron distintas secuencias entre las que se incluía la ejecución de presos mediante la horca y el traslado en un coche fúnebre, así como la participación de algunos de los reclusos de esta prisión como figurantes. El equipo holandés instaló un catering en las inmediaciones para los actores, figurantes y técnicos y contó con su propio grupo electrógeno para el suministro de los equipos de rodaje. 

En tierras almerienses se tiene previsto grabar distintas secuencias en la Escuela de Arte, en una calle del barrio de La Chanca y la Plaza Vieja, que se vestirá de palacio presidencial blindado por soldados portando rifles Kalashnikov, mientras que la UNED se transformará durante varias escenas en un hotel del país irreal que atraviesa un momento político convulso con un golpe de estado y revueltas. Al frente del proyecto está el director y guionista Frank Ketelaar.

La serie cuenta como a la vuelta de una visita a China, el ministro de Asuntos Exteriores, Clemens Bouhuys muere de forma inesperada. El portavoz Monique Ruyter y el asistente político Raoul Dubois son testigos involuntarios de la situación. Están profundamente conmocionados y conmovidos.

El líder del partido, Rutger Van Loo inmediatamente presenta un sucesor. Es Maarten Meinema, un comisionado de la ONU en Nicaragua, que está a punto de jubilarse, y que fue un destacado político. Lo que nadie sabe ahora es que Meinema bebe mucho.

El primer ministro Laurens Hamming no está muy entusiasmado con él, pero finalmente acepta. Meinema está siendo cuestionado y ve esto como una oportunidad única e inmensa para su carrera.

No es recibido con mucha alegría en el ministerio, y está siendo vigilado por el asistente político, Raoul Dubois. Sin embargo, de inmediato, Meinema está ocupado con otro problema político. En Santa Luca, una isla cerca de México, donde ha habido un violento golpe de estado, tres holandeses, dos hombres y una mujer, fueron condenados a la horca sobre la base de una vaga acusación y tras un juicio corrupto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios