El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y el adolescente comete idénticos errores al de la generación anterior. Sólo así se entienden las decisiones de un buen número de jugadores aceptando propuestas que después rara vez se acaban cumpliendo. La historia es cíclica: equipos de categoría provincial que prometen el oro y el moro para captar a diversos talentos (aunque tan importante son las piernas como la cabeza), que o desconocen el pasado o se la juegan aun con el riesgo de quemarse. Son numerosas las diferencias en equipos sénior en divisiones provinciales, pero también son muchas las mentiras para captar a esos futbolistas aficionados, con ofertas de trabajo y dinero que rara vez continúa más allá de septiembre o noviembre.

Al principio es todo de color rosa, con un conjunto de buenos futbolistas en agosto (que no un equipazo), incluso cobrando alguno de ese dinero que rara vez se declara. Varios coches, en los que se turnan los futbolistas para ir al pueblo de turno, que ve así cómo se refuerza el equipo. Pero después llegan las derrotas, el frío y la lluvia del invierno y los patrocinadores que dejan de pagar, alegando la entidad que no tiene un dinero que ha prometido. Y entonces tienen que sacar las castañas del fuego esos que en agosto no valían, pero que deben jugar en marzo ante la falta de efectivos, cambio de entrenador seguramente incluido. Jugadores del pueblo, que sienten el escudo como el que más, pero a quienes en pretemporada se le cerraron las puestas al venir las estrellas que sólo juegan por dinero y que se creen que con 25 ó 26 años aún van a vivir del fútbol a pesar de no haber debutado aún en categoría nacional. Porque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, el adolescente comete idénticos errores al de la generación anterior y al fútbol se juega tanto con la cabeza como con los pies.

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