Mis queridos amigos lectores de DIARIO DE ALMERIA, hace tiempo escribí unas líneas diciendo lo orgulloso que estaba de ser amigo de un famoso. Ese no era otro que el gran Juan Domínguez, periodista de pura raza y persona entrañable donde los haya.

Después de terminar su carrera de Magisterio, nunca llegó a ejercer, pues le gustaba la radio y los deportes. Estuvo casi toda su vida en la COPE y en los últimos años en Televisión Almería. Al mismo tiempo llevaba una correduría de seguros.

Ya jubilado, seguía muy de cerca a su Almería y todo lo referente con el deporte almeriense. Muchos ayuntamientos de la provincia se lo disputaban para la presentación de grandes eventos o pregonar sus fiestas. Baste decir que, aún recuerdo cuando por la ausencia de Carlos Herrera, tuvo que clausurar él los Juegos del Mediterráneo que tanto éxito tuvieron para la ciudad.

Ayer, día 15, como cada día como cada tarde estuvimos comentando la jornada de futbol y me avisó de la retransmisión de la corrida de todos desde Málaga. Me conocía como un hermano y sabía de mi afición por los toros desde que vine al mundo en una casa, en donde mi padre era ganadero y me inculcó el cariño por los animales.

En mi proceso de mi enfermedad, se sabía todas las citas y pruebas médicas que tenía pendientes, era mi agenda médica. Me estuvo enseñando como le habían puesto las dichosas medusas el cuerpo de picaduras. Me comentó el gazpacho que me tenía guardado de Fondon, que estaba riquísimo y dónde íbamos a ir cuando yo regresase a Roquetas.

Nos faltarían días para poder asistir a tantos sitios que él quería enseñarme. Si digo que algo mío se ha ido con mi Juan Domínguez, no exagero. Pues persona más buena, maravillosa y trabajadora no la hay, ni la habrá. Descansa en paz hermano mío.

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