Reyes del relato

Me es inevitable hablar esta semana del estamento arbitral. Más allá del episodio que vivió el Almería en Ceuta, me apetece reflexionar sobre un colectivo que, únicamente, se defiende a nivel mediático desde un prisma victimista y lejos de una perspectiva crítica con su trabajo. El martes, buceando por las redes, volví a confirmar mi tesis respecto a la hoja de ruta que tiene cada árbitro de este país. El señor Soto Grado, durante el encuentro Numancia-Mallorca, ejemplifica a las mil maravillas la actitud de la mayor parte del colectivo en España frente al futbolista: una ración de prepotencia y unos aires ingobernables. Un espectáculo que comulga perfectamente con el célebre y novedoso ‘Tiempo de Revisión’. Un espacio mediático que casa con ese afán de protagonismo constante del colectivo arbitral en los últimos tiempos. A mí siempre me dijeron que un buen árbitro es aquel que no acapara portadas; aquel que pasa de puntillas y no es decisivo en el guion de una cita donde los únicos protagonistas son los 22 profesionales. Desgraciadamente, esa perspectiva no la comparten en el estamento arbitral. A la vista está cada fin de semana. Nada va a cambiar, cómo se pueden imaginar. A ustedes les venderán, para defender sus meteduras de pata, el relato conocido: el de la persecución mediática. Y, por supuesto, le intentarán colar que usted, por muy evidente que sea el error arbitral en una acción que ha marcado la diferencia en un partido, está equivocado. Le tomarán por lelo porque “no sabe lo difícil que es arbitrar”. Y ese es el proceder de un colectivo que ha optado por ser protagonista en lugar de un actor secundario en el deporte rey. Y es que, desafortunadamente, hace mucho que ellos son los reyes del relato.