Sólo 12 años

Doce años es al condena que se pone a un hombre por asesinar a una mujer. No sé lo que pensarán ustedes, pero a uno le parece un pago muy, muy barato. Soy padre, tengo una hija, y no sé lo que haría si un día tuviera que votar en un jurado popular la condena a un acusado de asesinar a una mujer, pero es evidente que los doce años de condena que hemos visto en estos días me parecería insuficiente, diría más, injustos. Debe haber demasiada distancia entre ser padre y jurista, por lo que desde la primera instancia no se entiende sentencia como la recibida en estos días.

No habrán pasado esos doce años a los que ha sido condenado, cuando ese hombre se vuelva a ver paseando por la calles, y los padres lo verán sentado en una terraza de un bar, tomando unas cervezas y charlando con los amigos. Mientras que ellos, si quieren saber algo de su hija, si quieren acercarse a su figura, a su recuerdo, aquella que desapareció de sus vidas, tendrán que acercarse al campo santo, y ver una lápida con su nombre, unas fechas y una pequeña foto a la que no faltan unas flores que su madre cambia cada semana, y unas lágrimas de ese padre que no se han secado en los últimos años, y que no se secarán hasta que no abandone su existencia entre nosotros.

No se puede legislar en caliente, hay que hacerlo en frío, nos dicen los legisladores, los juristas, la sociedad bien pensante, como se llama a sí misma, pero eso hay que decírselo a esa madre que perdió lo que más quería, a ese padre que va a visitar su tumba, y que no olvida la imagen de aquella hija muerta en sus brazos. A los poderes no les gusta que escribamos desde la emoción y el dolor, pero son esos sentimientos los que mueven la sociedad, quizás no sea la que ellos desean, prefieren una sociedad a la que hablarle desde la frialdad de los datos, de la reinserción del asesino y del perdón por parte de las víctimas.

¿Perdón? Perdonar que te han quitado un trozo de tu carne, que asesinaron a la persona por la que diste tantos años de vida. Perdonar a esa persona que unos años después se dispone a disfrutar de una vida que tu hija no puede vivir, que se vio apagada entre las manos del hombre, truncando la vida de una familia que desde entonces le cuesta levantarse con ilusión cada mañana. Doce años de cárcel por matar a una mujer a algunos nos sigue pareciendo una injusticia contra la vida, digan lo que digan juristas y políticos.