Abierto de noche

Fco.S.Collantes

Alonso Quijano o Quesada

22 de julio 2015 - 01:00

OMÁS bien Quijada, Don Quijote, es decir, la gloria de la literatura y el hazmerreir de los lectores, que prefieren otro tipo de lectura o directamente, el móvil, que no dejan de leer en él ni para leer. Según la rigurosas estadísticas (muy poco creíbles) sólo el 21,6% de los españoles ha leído completamente el Quijote, es decir 10.030.010 españoles. Yo con 10.000 de verdad me conformaría. Seguimos siendo quijotescos al pensar que de mucho leer se seca el cerebro haciendo el ejercicio expurgatorio mental de quemar bibliotecas con el cura y el barbero. Y al final, nuestra mente dice que todos los libros al fuego. A ver si el 21,6% se refiere a las casas españolas donde hay un ejemplar bien encuadernado de El Quijote ilustrado por Doré al lado de una bailaora de flamenco y un toro hecho en Taiwán. Para que ya no tengamos la excusa de que no se entiende, o que es un castellano antiguo, Andrés Trapiello lo ha traducido al español del siglo veinte y para eso ha tardado nada menos que ocho años. Resulta que cuando decía En un lugar de la Mancha quería decir en un pueblo de la Mancha y de cuyo nombre no quiero acordarme, de cuyo nombre no llego a acordarme. Claro, así se entiende mejor. Es loable la tarea del señor Trapiello, cuya obsesión con el Quijote hizo que se enredara en una continuación del mismo (Al morir Don Quijote, 2004), el cual no he leído y por tanto no sé si lo escribió en castellano antiguo o moderno. Es curioso e interesante lo de Trapiello (reescribir el Quijote), pero innecesario. Por esta regla de tres habría que reescribir toda la literatura del Siglo de Oro, todo Quevedo, Calderón de la Barca, Lope de Vega y por supuesto, todo Cervantes. Y ya puestos la literatura de los siglos posteriores ya que hasta que no se escribiera en español o castellano actual siempre habría expresiones que no se utilizan ahora creando equívocos, hacer el amor, por ejemplo, que utiliza Pío Baroja, ahora es follar pero en la época de Baroja era cortejar o mejor, tirar los tejos. En ese afán imposible de que en vez de leer parece que lo que hay que hacer es estudiarse todo lo que se lee y comprenderlo como un filólogo, una de dos, habría que escribir para dummies o reescribir toda la literatura mundial continuamente. Disfrutar simplemente de la literatura tal y como la escribieron, sin hacer.

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