Utopías posibles

Luis Ibáñez

Amor o suicidio

Quizá sea un conjunto de factores que confluyen, pero cabe preguntarse qué podemos hacer al respecto

20 de julio 2018 - 02:35

Recientemente distintos medios han alertado de que el suicidio es la primera causa de muerte no natural en nuestro país. Así, como lo oyen. No son los accidentes de tráfico, ni la violencia de género. El suicidio, además, está entre las primeras causas de muerte en edades comprendidas entre los 15 y los 29 años.

Es obvio que las causas no están únicamente en el modelo educativo, ni en las familias, ni en los medios de comunicación, el estilo de vida, el modelo económico… Quizá sea un conjunto de factores que confluyen, pero cabe preguntarse qué podemos hacer al respecto.

Entonces uno cae en la cuenta de lo poco que hablamos de amor. Parece que suena cursi, anticuado, o directamente inútil hablar de amor, en la sociedad de la "posverdad" (mucho más elegante que la mentira, dónde va a parar), la escuela del "todo vale", con argumentos como que todas las emociones son igual de válidas, y todos los tipos de relaciones. Por supuesto que cualquier relación libremente asumida por dos o más personas es totalmente lícita, igual que cualquier tipo de emoción, siempre que no afecte a las personas que nos rodean, pero no es menos cierto que todos nuestros actos tienen consecuencias. Mantener relaciones superficiales, basadas en el interés, orientar nuestras relaciones (ya sean de amistad o pareja) hacia el placer inmediato, o pensar de manera totalmente individualista tiene nefastas consecuencias y un enorme desgaste a nivel emocional, personal e incluso físico. Y nuestra juventud tiene que ser plenamente consciente de ello. La libertad implica asumir responsabilidades y consecuencias. Solo conociendo el alcance de las consecuencias, se elige libremente.

¿Y si hablamos de sentimientos? ¿por qué no poner en primer plano el amor? Amor sano, de dos personas que se cuidan, se respetan, se tratan bien, se preocupan, solucionan sus diferencias de manera dialogada, construyen un futuro conjunto a medio y largo plazo. Hasta el momento, nuestra civilización no conoce ningún modelo mejor. El psicologismo individualista termina por hacer el juego sucio al neoliberalismo más atroz, aquel que solo quiere que tengamos emociones rápidas, efímeras, instantáneas, a merced de los mercados, la publicidad, y los medios. Todo es culpa del individuo. La desorientación y la soledad conducen al suicidio... Nuestros jóvenes necesitan un modelo, no decirles que todo da igual. Hablemos de amor.

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