Transcurridos casi cuatro años de su encumbramiento al poder, habrá que reconocer a Pedro Sánchez algunas habilidades en el arte del equilibrio. Desde hace años baila en el filo del alambre sin despeinarse. Contra pronósticos mantiene apoyos parlamentarios arrancados en la sima del infierno. Así ha concluido el trámite del debate parlamentario del decreto contra la espiral inflacionista que ha sido aprobado por los votos de Bildu con gran satisfacción de familiares de los políticos socialistas asesinados por ETA ahora con voto en el Congreso. Sánchez, aprendiz de diablo, ha entrado en las entrañas del monstruo y le acaricia el hocico. El monstruo sonríe satisfecho porque huele a carnaza. Deja la faena a la Ministra de Defensa que se defienda solita objetando sobre los supremos intereses del Estado sin aclarar a qué Estado se refiere. Como golosina tendremos incrustados en la Comisión de Secretos Oficiales políticos separatistas, golpistas y filo terroristas, enemigos todos del Estado y activos roedores institucionales. La carcoma dentro de las entrañas del Estado. Así lo anunció con voz emocionada Meritxell Batet, según ella ahora se cumple el dulce sueño de cualquier demócrata. Por fin podemos dormir tranquilos en la Paz Sanchista, Otegui y su rastro de pólvora y muerte en el CNI.

Bravo por los triunfos de Sánchez, por su temeridad y falta de escrúpulos , en el todo son virtudes porque así lo quiso la Providencia. El coste de estos triunfos resulta degradante y mortífero para las estructuras del Estado, la Constitución y la democracia. Algún día llegará el futuro disfrazado de cobrador del frak y tendremos que recapacitar sobre estas jornadas. De momento otra de jamón con buen vino español y a brindar por todos los que auparon a Pedro Sánchez. Él duerme tranquilo con Podemos e Izquierda Unida en el Gobierno, premia a los golpistas y mima a los Bildu etarras y les confía secretos de Estado buscando sus votos. Sánchez duerme dulcemente con los votos de Bildu. Y los españoles duermen bien con Sánchez al timón. Todo encaja a la perfección.

Sin complejo alguno se erige en autoridad capaz de señalar el camino del PSOE y también de la oposición. marcando con dedo rígido unos límites al reciente líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo; "Usted no puede pactar ningún gobierno con la extrema derecha". "Hay que arrinconar a Vox con un cordón democrático". Y otras frases encaminadas a coartar la libertad de pactar y gobernar con un partido, Vox, que no cuestiona la Constitución española y que por ello esta legalizado según las reglas de la Ley de Partidos Políticos que se aprobó con los votos del PSOE, el PCE y otros grupos parlamentarios.

Escribo en una tarde lluviosa y me permito algunos retazos de la historia que debieran estar grabados en la memoria del PSOE de antes y de ahora. Sobre comportamientos tras la derrota electoral. Reflexionar sería un ejercicio de salud democrática. Sánchez podrá sacar alguna conclusión sobre lo que acaba de ocurrir en Francia, país de larga tradición democrática. En las elecciones a la Presidencia de la República, la ultra-derecha representada por Marine Le Pen ha obtenido el 41,5% de los votos, muy cercana al vencedor Manuel Macron. Doce minutos después de conocerse los resultados, Le Pen reconocía su derrota y felicitaba al vencedor; democracia en estado puro y ejemplo de aceptación de la Constitución francesa y del ordenamiento legal y político de Francia. Sánchez afirmó; Le Pen igual a Vox, pues ya tiene donde reflexionar el Presidente del gobierno.

En España del siglo XX no ocurrió exactamente así. Los resultados de las segundas elecciones generales en la II República en 1.933 dieron como partido ganador a la CEDA cuyo Presidente José Mª Gil Robles no pudo formar gobierno siendo el mayoritario en el Congreso. Y eso fue así por la negativa del PSOE a aceptar el principio básico de la democracia parlamentaria ni respetar las normas de la Ley Electoral que había elaborado y aprobado en las Cortes de 1.931 el propio PSOE junto al PCE y otros partidos de izquierdas. Mientras la CEDA había aceptado públicamente estas leyes electorales republicanas, el PSOE nada más conocerse los resultados en 1.933 afirmó que no podía permitir que el partido ganador de las elecciones gobernara en España. El muy timorato Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora se arrugó ante la invectiva socialista y encargó formar gobierno al Partido Radical, segundo ganador en votos. El líder de la CEDA hubo de conformarse a no gobernar en España ante las manifestaciones pública del PSOE. No satisfecho con esta renuncia del ganador, el PSOE inició un proceso revolucionario cuyas consecuencias fueron letales para el orden constitucional, la economía y la paz ciudadana. Entre 1.933 y 1.934 se sucedieron sucesivas huelgas generales convocadas e incitadas por PSOE, PCE, UGT junto a organizaciones anarquistas. Al tiempo se organizaron movimientos revolucionarios de insurrección que fueron prontamente sofocados por el Gobierno de la República excepto en Cataluña y Asturias donde hubo de intervenir el ejército. En Cataluña el Presidente de la Generalitat, Lluis Companys aprovechó las revueltas para proclamar la Republica de Cataluña. La decidida intervención del General Batet restauró el orden constitucional deteniendo a todos los miembros de la Generalitat que fueron condenados por el Tribunal de Garantías de la República a cadena perpetua por rebelión. En Asturias los revolucionarios armados se enfrentaron al ejército. En los seis primeros meses murieron 1.500 personas, cifra que ha de pesar en la memoria colectiva del PSOE cuyos lideres Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto pagaron las armas largas y cortas, municiones y explosivos que desembarcaron en la costa asturiana del mercante Turquesa y fueron recogidas por el sindicalista de UGT y miembro del PSOE Ramón González Peña. Las armas fueron a los revolucionarios. La policía descubrió en 1.934 varios depósitos de armas en sedes socialistas; la Casas del Pueblo de la Ciudad Universitaria y la de Cuatro Caminos. El PSOE quedó señalado como principal instigador junto a UGT.

La actualidad política plantea una cuestión trascendental. El partido de extrema derecha de Francia que Sánchez iguala con Vox, hace días aceptó sin titubeos la victoria de su rival y le felicitó. El PSOE no aceptó el vencedor de las elecciones de 1.933 y llevaron a la República a una guerra interna.

¿Aceptaría ahora el PSOE y sus socios de gobierno una posible victoria electoral del PP y un gobierno de coalición con Vox?

He aquí la cuestión.

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