Retrato del fotógrafo Rodrigo Valero a Blas Carrillo.

Retrato del fotógrafo Rodrigo Valero a Blas Carrillo. / Rodrigo Valero

Quedaban apenas dos días para la llegada del otoño, estación llena de melancolía y desde ayer colmada de tristeza. Fallecía Blas Carrillo, médico ginecólogo criado en Turre, Hijo Adoptivo de la Villa, y que ha sido enterrado en el cementerio turrero, junto a su padre, tal y como él deseó desde el mismo momento en que en el funeral de su padre “advertí la oscuridad de la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción”. Decidió diseñar, construir y donar a Turre una vidrieras que dieran color al interior del templo. Y no fueron unas vidrieras al uso, no.  

Si Picasso revolucionó el concepto de la pintura, para Blas Carrillo “estas vidrieras son un nuevo arte religioso, es introducir materia y concepto distintos para ver que Cristo se hizo hombre a través de la gestación de una mujer y ahí está representada la aceptación de María. Entiendo que Dios se hubo de valer de un óvulo de María y ahí hubo una virginidad antes, durante y después del parto”. Resulta, pues, un gran estudio de ilustración artística del dogma católico de la Perpetua Virginidad. 

Desde su visión de ginecólogo, Blas Carrillo reflexionaba acerca de la fecundación de la Virgen “de la misma naturaleza del Padre, esto es lo que dice el Credo de Nicea, Dios se sirvió de María, de una judía, para que su hijo tuviese naturaleza humana y naturaleza divina”. Con esta obra en vidrio, añadía Carrillo, “quise representar el universo, o mejor, recordé la teoría del Nobel de Física Peter Higgs de que no hay universo sino multiversos: la totalidad del espacio y del tiempo, todas las formas de materia, energía y cantidad de movimiento, y las leyes físicas y constantes que las gobiernan”.

En Turre quedará para siempre una obra única. Él decía que “el tema y el lugar donde están es un reto y hay, además, una contradicción entre un edificio del siglo XVI y unas vidrieras totalmente contemporáneas. Es un reto personal que quede interesante, respetuoso y que ensalce la iglesia”. Del mismo modo, quedará para siempre la figura de un entrañable gran hombre, amigo de sus amigos y con hondo amor por Turre.

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