Metafóricamente hablando

Buenos días tristeza

Bienvenidos al mundo real, ese en el que las “cosas” no les pasan a los demás, sino que te ocurren a ti

Buenos días tristeza. Hola melancolía. Bienvenidos al mundo real, ese en el que las “cosas” no les pasan a los demás, sino que te ocurren a ti, cimbrean los pilares de tu existencia y te dejan inmóvil, sumido en tu propia estupefacción. Hay personas sabias que intuyen las tormentas aún antes de que estas se hayan formado, saben si al día siguiente hará viento o lloverá, perciben los cambios por nimios que estos sean, pero no es así con el común de los mortales, tan entretenidos en múltiples actividades, que se vuelven miopes y les cae el chaparrón encima. Unos niños vuelven del colegio, jugando con sus mochilas a modo de pelota, a su paso un misil cae sobre una vivienda y tras la explosión, solo humo, polvo, cascotes y los gritos de unas madres corriendo despavoridas con las manos llenas de la sangre de esos chicos. El resto del mundo, impasible ante la pantalla que reproduce esas imágenes, sigue comiendo, conversando, o planeando el fin de semana, al fin y al cabo eso no constituye amenaza alguna para ellos. En Palestina, sin embargo, varias familias acaban de dar la bienvenida al dolor y la tristeza, añadiendo un granito más a su dura existencia. El resto del mundo continúa su rutina, las “cosas” ocurren al otro lado de la pantalla, y ellos continúan su devenir previsible, hoy han dicho que probablemente lloverá, y muchos saldrán de casa con un paraguas, que con mucha probabilidad dejarán olvidado en alguna cafetería porque donde llovió estaba a varios kilómetros de su ubicación. Mañana, una mujer saldrá de su refugio a buscar el pan de cada día, y la veremos después, tendida sobre una acera, alcanzada por un disparo en una ciudad cualquiera de Europa, eso les hará temblar un poco, pero sigue siendo una imagen, aunque sus rasgos y vestimenta se parecerán peligrosamente a ellos, acercándolos al peligro, pero ahora las “cosas” les siguen ocurriendo a otros, no sientan que la amenaza les va cercando, y la inseguridad comienza a mostrar sus dientes. Esta tarde irán al cine, comprarán palomitas, y verán una película en 3D, se sienten seguros, la tristeza les pilla lejos, más allá de la frontera en la que duele. Hoy le ha despertado un silbido, se ha levantado asustado, no sabe qué es lo que ha escuchado, pero el solivianto no le permite volver a dormirse. Una sensación de melancolía le invade, presiente el peligro, pero no lo identifica. Un café bien caliente, una ducha tibia y música clásica, combaten su sensación de orfandad. Sale a la calle, todo está aparentemente en su sitio, pero algo ha dinamitado sus pilares, las “cosas” que les pasaban a otros, le pasó a él y no supo verlo, no lo intuyó a pesar de las señales. Dio la bienvenida a la tristeza y lo buenos días a la melancolía. Europa sigue observando desde la distancia, lo que le ocurre desde hace más de un año: las cosas le pasan a otros. O no?

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