Utopías posibles

Crear contextos

Quedarán enterrados en la enorme telaraña de objetivos, contenidos, competencias clave y evaluación...

El aceleradísimo ritmo de los días nos hace funcionar como autómatas. El reloj en la mano, un tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo. Atendemos lo urgente, nos movemos rápido, mil mensajes en el móvil, lo personal y lo profesional. Tenemos la sensación de que vamos con retraso, se nos escapa el tren, se nos escapa esta o aquella oportunidad, perdemos el tiempo… cuando en realidad lo que vamos perdiendo por el camino e inevitablemente (por el propio paso del tiempo) es la vida.

Así es como discurre el día a día de una niña o un niño de Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato… y será mucho peor cuando lleguen a la vida adulta. Tenemos tanta prisa en solucionar lo urgente, que no atendemos lo importante. Las grandes finalidades son imprescindibles. Tener claro el «para qué» de lo que hago es el punto de partida esencial de cualquier actuación educativa (podríamos decir quizá de la vida, en general). Sin embargo, no nos podemos quedar solo en las grandes intenciones. Es muy positivo que nos repitamos frases y eslóganes como «escuchar al alumnado», «dar voz a los jóvenes», «fomentar actitudes de diálogo, cooperación...», «resolución pacífica de conflictos», pero si no somos capaces de dar respuesta a «cuándo», «dónde», «cómo» o «con quién» se van a hacer, seguramente nunca se harán. Quedarán enterrados en la enorme telaraña de objetivos, contenidos, competencias clave y evaluación, medición perpetua tornillo a tornillo (perdón, quise decir «niño a niño») que nos exige nuestro sistema educativo. Se trata, en definitiva, de crear contextos concretos (con día, hora y espacio) donde sea posible la comunicación sincera cara a cara, la búsqueda de acuerdos, la presencia genuina, auténtica, de cada una de las personas que están en el aula (no ese «teatro» que representamos cuando nos movemos en los roles de «alumnado» o «profesorado»). Será en ese contexto donde podamos ser personas, seres humanos de verdad, con nuestros miedos y nuestras certezas, nuestros puntos fuertes y nuestros defectos. En estos contextos pueden surgir sorpresas, realidades de las que antes no éramos conscientes, situaciones que desconocíamos, necesidades que atender, miedos, risas, confidencias y confianzas que antes no existían. Creando el contexto puede ocurrir que esto pase, o no. Si no lo creamos, es totalmente seguro que nos perderemos todas estas ocasiones para el aprendizaje.

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