El medio y el ambiente

¿Debería asustarme de la inteligencia artificial?

¡Cómo estarán las cosas, que hasta la R.A.E. está metiendo prisas a los legisladores europeos, para que intenten regular el tema!

Acabo de leer en ACADEMIA Letters el trabajo “Should I Be Scared of Artificial Intelligence?” publicado por Mohammad Mushfequr Rahman. Como puede observar el lector, he mantenido el título.Antes de continuar, pienso que debo avisar al lector que éste de la Inteligencia Artificial es un tema que “me da yuyo”. No es desconfianza, no es incredulidad, no es duda de su utilidad, no es duda de su futuro, ni dudo de que se harán “cosas útiles”. Se realizarán aplicaciones beneficiosas para la Sociedad. Se mejorará la calidad de vida, aún más en algunos países. Pero como casi toda herramienta de progreso, y más aún con aquellas que tratan de darnos un poder omnímodo, hay que tener claro que ese poder no está nunca repartido. Si ya de por sí, el ser humano es, más que avaricioso, ansioso de poder: véase el bajo número de dimisiones que se presentan en los niveles no altos, sino “un par de escalones por encima de la media”, imaginemos la cantidad de soberbia que puede almacenar el ejecutivo de una empresa, a quien el consejo de administración de una empresa le ha encomendado implantar un sistema de inteligencia artificial en la misma, con el que van a conseguir prescindir de “una jartá” de trabajadores. Por otra parte, imaginemos, esa misma empresa con la I.A. implantada, quién le va a poner normas deontológicas a la máquina para que guarde o no guarde determinada información. La máquina, guardará lo que el dueño de la puñetera máquina le haya dicho al “fabricante” de la misma, que ésta guarde. Y ahí es donde entra otra satisfacción plena del propietario de la máquina, porque ese será otro que piensa aquello de “la información es el poder”, porque el “pobre” no sabe que lo que da poder a una persona es el Conocimiento, con mayúscula, que tiene, así como el buen uso que sabe hacer del mismo. ¿Quiere decir eso que me opongo? no. Solamente quiere decir que en esta sociedad tan materializada y tan materialista de la que formamos parte, que unos disfrutan y otros padecemos, en la que los únicos valores que se valoran, son los que cotizan en Bolsa. Y por si eso fuera poco, como quienes tienen ahí sus ahorrillos, no saben por qué hoy, esos valores, han subido un cuartillo o han bajado dos, me da pánico que, esos que sí lo saben y lo deciden e implantan, sean precisamente los que van a pagar esas máquinas y dispondrán de ellas a su libre albedrío, que ellos sí que lo tienen. ¡Cómo estarán las cosas, que hasta la R.A.E. está metiendo prisas a los legisladores europeos, para que intenten regular el tema! Menos mal que, como diría uno de mis mejores amigos, “si soy yo y no puedo “barajarme”, no creo que pueda la máquina”.

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