Día Mundial de la Poesía

Qué sería del mundo si no se hubiera equivocado la paloma, de Alberti, a las cinco de la tarde de García Lorca

El poeta Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) define lo que para él significó la poesía en la siguiente rima. "¿Qué es poesía? dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía...eres tú". Es un fragmento de su obra en que, con pocas palabras, le dice a su amada lo que ella significa para él. Por extensión, cualquier mujer que lo lee, comprende lo dulce y romántico que es que un hombre le diga "Poesía...eres tú".La Unesco, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su 30ª reunión celebrada en París en 1999, decidió proclamar el 21 de Marzo como Día Mundial de la Poesía. El objetivo principal es sostener la diversidad de idiomas a través de la expresión poética y dar a los que están amenazados la oportunidad de expresarse. Y qué mejor fecha que el equinoccio de la luz para empezar esa nueva e ilusionante Primavera de los Poetas.

"La poesía es un arma cargada de futuro", escribió Gabriel Celaya. Es cauce hacia la diversidad, hacia la libertad de aquellos que no pueden hablar. Si la poesía no existiera, debería inventarse. Hay muchos poetas silenciosos o autosilenciados, "seres preñados de lenguaje, pero incapaces de utilizar ese lenguaje de modo trascendente". La poesía está íntimamente unida al sentimiento pero no necesariamente a la tristeza.

Qué sería del mundo si no se hubiera equivocado la paloma, de Alberti, a las cinco de la tarde de García Lorca. Qué sería sin los Machado, sin Luis Eduardo Aute, sin Leopoldo María Panero, sin Ángel González, sin César Vallejo, sin San Juan de la Cruz, sin Miguel Hernández, sin Rosalía de Castro, sin José Agustín Goytisolo, sin Luis Cernuda, sin Luis García Montero, sin Caballero Bonald, y sin tantos y tantos otros cuyos versos jamás dormirán en el olvido.

A qué agarrarse, para alegrar el alma, cuando no quedan asideros, sino a las imágenes, a las metáforas o al vuelo libre de un poema.

Qué mejor cosa que sentarse un rato en la calma, mirando a nuestro mar; alegoría mística para el ensimismamiento, donde la quietud y la armonía hacen del espacio algo mágico y perdurable.

Como decía Blas de Otero, "si se ha perdido la vida, el tiempo, la voz en la maleza; si se ha sufrido la sed, el hambre, si se han abierto los labios hasta desgarrarlos, después de todo eso: aún me queda la palabra".

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