Mi Dios no es el de Spinoza

Las implicaciones del Dios de Spinoza son muy de compartir; es como si las consecuencias de Spinoza fuesen los renglones torcidos de mi Dios

Ahora es muy moderno preguntarle a tal o cual famoso por cuestiones que poco o nada tengan que ver con su disciplina, pero que siendo de plena actualidad, los medios de comunicación elevarán a la categoría de titulares. Sobre todo, lo hacen con cantantes, toreros y futbolistas; personas que rara vez desparramarán genialidad más allá de su propio campo. A principios del s.XX no jugaban Leo Messi, ni Cristiano Ronaldo. Era una estrella científica la que despuntaba por aquel entonces…, y los medios le preguntaban por Dios: "Alberto, ¿cree usted en Dios?" Y él, evitando directamente el "sí", respondía "creo en el Dios de Spinoza".

Einstein, en asuntos de fe, fue un bienquedas con la comunidad científica, y se hizo trampas al solitario. Es de agradecer al bueno se Baruch que diera una "demostración" geométrica de la existencia de Dios. A Einstein le vino muy bien. Sin embargo, mi Dios no es demostrable. De ser así, resultaría una falta de respeto para todas las personas que, libremente, no participáis del hecho religioso. Al fin y al cabo, el Dios de Spinoza es panteísta: "todo está en Dios, nada hay fuera de Dios, y Dios está en todas y cada una de las cosas". Así fue muy fácil que lo echaran por hereje en aquellos años del s.XVII en los que lo dijo (todavía casi dos siglos antes de que los nefastos profetas de Darwin nos hicieran creer que el hombre viene del mono y la mujer de la mona, que una cosa es ser primos, y otra es ser hermanos).

Ahora bien, las implicaciones del Dios de Spinoza sí que son muy de compartir; es como si las consecuencias de Spinoza fuesen los renglones torcidos de mi Dios: el Dios del Cristo, el de las Bienaventuranzas, muy lejos del veterotestamentario castigador, con el que Spinoza también fue rupturista. Defendió un Dios que no está obsesionado por el pecado, y esto es de agradecer, entonces y ahora. Pero mi Dios no es el resultado de un proceso racional; es más, creo que su existencia es un indecidible en el sentido de la lógica de Kurt Gödel. Mi Dios es el que, en ausencia de seguidores que lo acogiesen, nació pobre en un portal de Belén y eligió "una vida en la periferia", sabiendo que su reino no era de este mundo. Mi Dios es el que iba con putas y publicanos y les recordaba a los ricos que les resultaría jodido entrar en el Reino de los Cielos. Pero sí, la existencia de mi Dios sí es razonable; aunque eso sea harina de otro costal.

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