Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
Nos dijeron que no los invitásemos a nuestras casas. Se les prohibió acompañar a sus seres queridos ingresados. No les dejamos viajar, ir al gimnasio o entrar a un restaurante. Hubo gobiernos que los multaron y les negaron el derecho a estudiar, a usar los medios de transporte públicos y a acceder a los edificios de la Administración. Como los hubo que les negaron el acceso a un empleo público e, incluso, los despidieron sin importar nada ni nadie. Y fueron insultados, discriminados y acosados, sufrieron humillaciones y llegaron a escuchar como se les llamaba asesinos y se les deseaba la muerte. Aquí en España, incluso desde las televisiones y radios y por parte de gente que sabe, perfectamente, que cuenta con un gran número de seguidores que confían en sus palabras y criterio. Eso hemos hecho con ellos, con nuestros iguales, con nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo no vacunados, reducir y atacar sus derechos y libertades bajo la única bandera de la afirmación del fabricante de que quien se vacuna deja de contagiar (Diario 20minutos, noticia de 6/3/2021). Una afirmación que, además, no tardó en comenzar a perder rotundidad por la evidencia de la realidad que muchas voces veían y exponían; pero ya daba igual, muchas sociedades ya se habían lanzado al abismo donde se podía ser tan implacable contra el derecho a dudar e intolerable contra el temor a lo desconocido como veloz en expulsar de su sociedad a quienes decidan hacer uso de ese derecho y mostrar esa humana emoción.
Y, de repente, nos encontramos con que el Parlamento Europeo es testigo de como una ejecutiva de la empresa Pfizer confiesa, a preguntas del europarlamentario Rob Roos y en el seno de una comisión especial creada para estudiar la Covid-19 y denominada "Comisión Especial sobre la Pandemia de COVID-19: Enseñanzas Extraídas y Recomendaciones para el Futuro", que "respecto a la cuestión de si sabíamos si nuestra vacuna contra la transmisión del Covid era efectiva antes de que entrara al mercado, no, no lo sabíamos". Y, como en cascada, los ciudadanos de la provincia de Alberta, en Canadá, escuchan estas palabras de su gobernadora: "Lo siento profundamente por todos los que fueron inapropiadamente sometidos a discriminación como resultado de su condición de vacunación. Mi opinión es que fueron decisiones políticas las que se tomaron. Lo siento profundamente por cualquier empleado del gobierno que haya sido despedido de su trabajo por su condición de no vacunado y les doy la bienvenida si quieren volver", y la Corte Suprema de Nueva York ordena el reingreso de todos los empleados del Ayuntamiento de la ciudad despedidos por no estar vacunados afirmando que la decisión de su despido fue "arbitraria y caprichosa". Ahora ya solo queda una opción, la disculpa, y esperar que sea aceptada. Tengamos este vergonzante episodio presente la próxima vez que nos hablen de división y distancia, de debilitarnos en definitiva, porque somos sociedad y necesitamos estar unidos.
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