Ya se sabe que la siesta es un invento español de pura necesidad climática. En una de esas siestas, entre sueño y despierto, con la dificultad de enganchar el sueño y la ayuda del chorro de aire acondicionado, he tenido una visión.

Veo una rueda de prensa televisada en la que el presidente del gobierno, junto al líder de la oposición, hablan de un gran pacto de educación. Después de décadas de encarnizado partidismo jugando con el futuro de nuestra sociedad, los grandes grupos han acordado que solo se van a aplicar aquellas medidas organizativas y metodologías que han demostrado eficacia en la mayoría de contextos. El cambio va a ser radical, empezando por la formación universitaria del nuevo profesorado. Ahora solo los mejores expedientes podrán optar a ser docentes y tendrán la máxima formación tanto académica (en cada una de sus disciplinas) como en pedagogía, con los métodos más avanzados.

La contratación del profesorado pasará a ser responsabilidad de cada escuela y de cada municipio. No se necesitará ningún tipo de oposición y existirá la posibilidad de ir ascendiendo, mejorando el salario o accediendo a otros puestos de trabajo dentro de la administración, la educación o la universidad. También será posible que algún docente no continúe trabajando en determinadas escuelas, si así lo determina el consejo municipal.

Se procurarán los mejores medios para todo el alumnado, sin distinción, con apoyos y recursos especiales para colectivos desfavorecidos, inmigrantes, atención a la diversidad, etc. Las metodologías en el aula serán solo las que sabemos que vienen funcionando desde hace mucho: asambleas, planes de trabajo, trabajo por proyectos, grupos interactivos, tertulias literarias, modelos de convivencia que vienen funcionando con éxito en numerosos países, basados en la prevención… La escuela estará abierta siempre a las familias, tanto en el horario escolar como por la tarde, fines de semana… disponible para todo tipo de actividades culturales, educativas o lúdicas que se organicen.

«Sabemos el camino y sabemos qué hay que hacer para recorrerlo», ha afirmado el jefe de la oposición, ante la mirada aprobatoria y el aplauso del presidente del gobierno. Justo en ese momento, todo el mundo se ríe a carcajadas, las caras se deforman, el volumen sube… Me despierto sobresaltado y empapado en sudor. «Maldito aire acondicionado, que se ha vuelto a romper».