Ex libris

Imposible conseguir en libros catalogados prácticamente ningún libro de poemas de Villaespesa

Profundamente pienso que todo lo relacionado con Francisco Villaespesa es una cuestión redundante, recurrente y estéril que sólo sirve para justificar sesudos estudios prologando siempre con el más que repetido axioma de que su éxito, simpleza y la fácil retórica que inunda la mayor parte de su producción oscurece la calidad de la otra menor pero importante parte. Y así lingüistas y filólogos ponen otra entrada más en su curriculum en vez de promocionar físicamente esa otra y rica parte (y hacen bien ya que esto supondría no una entrada o ganancia mercantil-académica sino una pérdida en su balance de sumas y saldos curricular). La realidad es que la obra de Villaespesa, en su mejor o peor parte, queda por los siglos de los siglos inencontrable. No es posible conseguir en libros catalogados y disponibles prácticamente ningún libro de poemas de Villaespesa, tan sólo se pueden encontrar en ventas de segunda mano y las también redundantes y recurrentes ediciones fugaces (que también tienen un objetivo curricular con el fácil blanco de Villaespesa). No busquen en la sección de poesía de ninguna librería. No sean tan tontos o ilusos. Aún así celebro toparme con la casi recién sacada del horno primera biografía formal del poeta cuasi-contemporáneo con más éxito en vida y menos rédito ideológico-literario que ha habido jamás en este país. Y claro, el autor insiste en que se ha oscurecido y tal con pascual, calladamente diciendo que habría que reivindicarlo, pero que lo haga otro ya que ese bono basura literario tiene el euribor siempre en negativo. No obstante celebro, acojo, pago, adquiero y leo con fruición sus páginas y admiro el trabajo sea o no interesado. Doy gracias a que tantos datos y sobre todo tantas fotografías de época se hayan puesto a disposición del simple lector de andar vagabundo por librerías. No echo de menos los chascarrillos y anécdotas sobre la vida de Villaespesa, en pro de la academicidad y academicismo del texto académico. Echo de menos ya en las biografías en general, que nadie me diga que hacía, que bebía o que fumaba a diario el bohemio caballero de sombrero, bastón y pistola. Cuál era su vicio, su debilidad y su pose de cafetín modernista amagando en el desatino decadente. O quizás ya lo decía él todo: el d'annunziano cuello apura un kedive reclinado, en un diván oscuro, entre el humo azulado, el de enlutado traje que su dolor retrata.

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