Fast food

Con las superficies comerciales sucede que siempre se puede hacer una más

En los inmensos centros comerciales foráneos se agolpan como hormigas incontables seres humanos que salen, como las hormigas, de debajo de la tierra y pueblan las grandes superficies comerciales. Con las superficies comerciales sucede que siempre se puede hacer una más, que siempre es necesaria y siempre se va a llenar de seres humanos que no vienen de dejar su sitio en las otras sino que simultáneamente llenan todas en los sábados ya que aquí todas las necesidades humanas están cubiertas como colonias en planetas lejanos donde los habitantes pasan sus días eternamente entrando a tiendas, comprando, miran do, van a cines con películas especialmente pensadas para no pensar, comprando palomitas y cocacolas y gruñendo viendo infinitos efectos especiales y películas artificialmente efectivas diseñadas para evadir con argumentos y guiones olvidables mentes que antes o después van a comer comidas rápidas en envases de cartón y bebidas rellenables. El enjambre o colonia pasa mirando establecimientos como la casa del libro o fnac como extrañados mirando que habrá en esos sitios y quién entrará en ellos, pero con preocupación entran por si hay libros clásicos. Cuando comprueban que todos sus temores eran infundados se compran un best seller para fardar de lector en vacaciones. Aún así se distancian de la masa que se regodea en amplios sillones desparramando cuerpos y formas que solo buscan más allá del lógico sustento la provisión de dosis semanal de compra innecesaria abordando megatiendas de deportes que nunca practicarán o herramientas y materiales de bricolaje que nunca utilizarán. Los trozos fritos de pollo ínfimo se mezclan con las hamburguesas gigantes en bocas devoradoras. Si alguien se para un minuto delante de las fábricas de fabricar grasa verá enormes bocas devorando gigantes trozos de pan con carne continuamente. En el lado extraño están las tiendas de ropa exclusiva para celebraciones, que solo son una continuación de la vida de hormigas que salen de los centros comerciales para lucir colores azules y abrevar volúmenes intensos de alcoholes, siguiendo la evasión continua que sigue en la playa, donde hay todavía más personas aparte de las colonias de centros comerciales, epicúreos trasnochados, que no saben ni les preocupa quién era Epicuro. Hasta que despiertan, y están en la realidad más odiosa, donde hay que trabajar para mantener el sueño de Epicuro.

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