Nunca sabremos si Feijoo sube las escaleras como Fraga, o las baja como Aznar. Su desprecio a Casado, al cual siempre consideró como un muñeco de futbolín, era manifiesto. Para adivinar si Rajoy, con sombrero bombín, es un doble de Tip o un registrador. Núñez Feijoo (¡insisto, sin tilde!) se quita sus gafas de pasta. Ahora, sueña con ser John Fitzgerald Kennedy; o Felipe González, al cual votó en 1982. Con ese fin, estudia semiología, lee Luces de bohemio y reflexiona sobre los actos de habla de Austin y Searle. Don Alberto quiere ser político antes que gestor. Por eso, piensa en ponerse las ray-ban, como Kennedy, y en fumarse los puros, como Felipe.

Si Feijoo quiere ser un líder nacional, que empiece por ir a los carnavales de Cádiz, y, una vez allí, que en el teatro Falla dirija la palabra a los actuantes y al público, sin mirar un papel. Si, después, come pescaíto, se toma unas copas de vino de la tierra, en el barrio de la Viña, y se da un baño en una cala de la Caleta, como vino al mundo, tal como hacía Camba, en Villanova de Arousa..., ¡que Sánchez se eche a temblar y Dios lo coja confesado o de vacaciones en Doñana, bebiendo manzanilla la Gitana y comiendo langostinos de Sanlúcar!

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