Si no hay mata, no hay patata

Felicidad

En Almería se vive bien y se puede vivir mejor, si superamos nuestra tradicional indolencia

Lo que nos faltaba. Almería ha sido declarada la ciudad más feliz de España, según el estudio desarrollado por una empresa que comercializa segundas residencias. En fin, sin ánimo de aguar la fiesta, quiero realizar algunas consideraciones para situar esta calificación en su justa medida.

Uno de los criterios que inciden en la calificación son las horas de Sol de cada territorio. Aquí jugamos con ventaja, porque como nos enseña el chascarrillo, Almería es donde el Sol pasa el invierno; pero esto, si no tomamos medidas, con la evidencia del cambio climático, puede convertirse en un inconveniente. Otro criterio es la cercanía de los servicios. No hay duda que tenemos un fenomenal aeropuerto a quince minutos de la ciudad, que disponemos de hospitales, colegios y múltiples servicios. Pero todo esto, afortunadamente, se tiene de forma similar en toda España; es una consecuencia de la entrada de nuestro país en la Unión Europea, que inyecta grandes cantidades de dinero para que nos desarrollemos. Conviene tenerlo presente cuando en un par de meses votemos las europeas.

A pesar de lo anterior, Almería sigue siendo una isla, estamos poco y mal comunicados con los territorios vecinos. Esto provocó que nuestro desarrollo fuera menor, pero también a permitió que la ‘fiebre turística’ no impactara tanto y tan mal como en otras regiones. La paradoja es que resulte más barato viajar a Inglaterra que ir a Madrid o Sevilla. Pero siendo positivos, y si no se vuelven a ‘tapiar túneles’, en un par de años disfrutaremos una comunicación rápida con la llegada del AVE.

Rascando un poco parece que el estudio se queda en la superficie, en las apariencias. Y lo digo porque poseemos el vergonzoso mérito de tener una parte de la población en riego de pobreza, que un 20% de nuestros vecinos vive en barrios marginales, abandonados a su suerte, con, en el mejor de los casos, empleos precarios, con altos índices de malnutrición infantil. Un desperdicio de recursos humanos que lastra nuestras posibilidades de desarrollo. Pero esto el estudio ni lo tiene en cuenta ni se lo plantea. Lógico, si tenemos en cuenta que el objetivo de la empresa es vender viviendas: si habla mal del burro, nunca va a venderlo.

En Almería se vive bien y se puede vivir mejor, si superamos nuestra tradicional indolencia y luchamos por una ciudad donde quepamos todos, que mejoren los servicios, la limpieza, la asistencia domiciliaria, y no conformarnos con el tapeo, las apariencias y el postureo.

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