Berlín ha sido este mes el centro de la agricultura mundial. Fruit Logistica ha vuelto por donde suele, como la gran feria en la que se toma el pulso al sector a nivel mundial, se hacen los grandes y los pequeños negocios y se conocen las fortalezas y debilidades de la horticultura. Es cierto, y lo cuento antes de que quien haya iniciado la lectura de este texto piense en Madrid y Fruit Atraction como la seria competidora de la feria alemana, que comparto en parte esa opinión. Pero después de haber estado este año en ambas, tras la pandemia, les puedo asegurar y elijo para la conclusión el lenguaje coloquial, que todavía tenemos mucho que aprender y que realmente, donde se “parte el bacalao” es en la capital europea por excelencia.

La Messe está, hoy por hoy, un paso por encima de Madrid. La globalización que se reúne en torno al sector en las decenas de pabellones que la conforman es como un pequeño mundo agrícola, en el que un sector fuerte y pujante como es el nuestro, no deja de ser uno más dentro del conjunto que conforma la exposición. Cuando recorres los stands, -para desplazarse hay que coger por el patio interior un bus eléctrico- percibes cuanto camino tenemos aún por recorrer, las amplias posibilidades que la horticultura de Almería tiene en el futuro y la capacidad de negocio que se genera en un espacio como este, en el que cabe el mundo de la agricultura, la maquinaria y las novedades que a la vuelta de la esquina serán la tendencia para los consumidores mundiales.

He tratado de describir la generalidad para que ustedes se sitúen, antes de acceder al núcleo, que no es otro que el sector hortofrutícola de la provincia. El número de empresas que ha acudido a Berlín ha estado en la línea habitual. Entiendo que los precios por contar con stand pueden ser prohibitivos. Sin embargo, la presencia de Almería ha sido plena. Dos vuelos chárter, con casi 400 ejecutivos del sector partieron del aeropuerto capitalino, además de aquellos otros que han viajado por su cuenta.

¿Qué se han encontrado? Preocupación por la situación que envuelve al sector -guerra de Ucrania e inflación-, pero también esperanza. Y es que a poco que sigamos haciendo las cosas como hasta ahora, con pequeños retoques de chapa y pintura que van por el camino de la limpieza de los campos e imagen sobre aquellos que trabajan en los invernaderos, la provincia dispone de las bases sobre las que asentar un crecimiento prolongado, con precios razonables y la consolidación de unos mercados cada vez más estrictos, con consumidores exigentes, en los que la calidad es la base sobre la que se asienta cualquier proyecto. Y Almería la tiene, cuenta con los ingredientes básicos para cocinar los mejores platos que se sirvan en la mesa de los 500 millones de comensales que cada día degustan aquello que producimos.