¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Gordofobia

Si queremos vacunar a nuestros hijos de estos ataques tenemos que enseñarles a reírse no a indignarse

Al igual que los periódicos serios de antaño prohibían a sus corresponsales en el extranjero citar a los taxistas y camareros como fuentes fiables, en los diarios de la actualidad no se deberían considerar las trifulcas en las redes sociales como polémicas dignas de análisis. Pero este es el mundo que nos ha tocado vivir, así que menos moralina y al tajo. Un gimnasio sevillano, precisamente al lado de mi casa, ha lanzado una campaña publicitaria de captación de socios. Bajo el epígrafe Operación Feria 2022. Aún estás a tiempo se reproduce el simpático dibujo de una mujer de espaldas que intenta enfundarse a duras penas su traje de gitana. El anuncio está bien pensado y ejecutado (enhorabuena a los autores) porque conecta con una de las dos principales angustias de las féminas sevillanas cuando se acercan las fechas primaverales: la abundancia de carnes propias producto de los excesos invernales. La otra es la blancura de las mismas, problema que se suele resolver con aceleradas sesiones de sol playero que ponen los pelos de punta a los dermatólogos más concienciados. Para evitar malos entendidos, aclararé que la hembra hispalense sabe perfectamente combinar esta preocupación por michelines y mollas con su lucha contra el cambio climático y su empoderamiento político y social.

El cartel, como decíamos, se puede considerar ingenioso y simpático. Cualquier persona equilibrada sonreiría al verlo. Sin embargo, las redes sociales están llenas de monstruos y sombras que al propio Lovecraft hubiesen horrorizado, por lo que se ha montado un tribunal de ofendiditos en el que se ha llegado a acusar a sus autores de fomentar el odio a los gordos, algo que es un evidente exceso. Es cierto que el grueso, como diría mi abuela, ha sido tradicionalmente objeto de chanzas en el arte y el humor, pero también lo han sido el cornudo, el gafotas, el empollón, el musculitos, el borracho, la rubia de bote, el cateto, el finolis, la pija, el yonqui, el nuevo rico, el aristócrata tieso, el negro, el teutón, los argentinos, el calvo, el orejón, la golfa, la estrecha… De alguna manera podemos decir que no hay semoviente que se libre de las puyas de ese mono canalla que es el Sapiens. La única manera digna de reaccionar ante estos dardos de nuestros amados hermanos es el humor. Lo contrario nos lleva al trauma. Si queremos proteger a nuestros hijos de estos ataques enseñémosles a reírse, no a indignarse.

Aprovecho para rendir un homenaje a mis gordos favoritos: la Venus de Willendorf, Churchill, Chesterton, el Pali, Néstor Luján, Falstaff, Gambrinus, Edgar Neville, Agustín de Foxá y, por supuesto, la Castafiore.

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