Grotesco

El futuro jurídico de un país de la UE se encomienda a un técnico de mantenimiento industrial y a un condenado por secuestro

Todo oscuro en la República de la Transparencia Diversa y Sostenible de Pedro Sánchez, así que no sabemos muy bien quién ha negociado y redactado –con prosa de graduado en ESO– el acuerdo entre Junts y el PSOE. No lo sabemos, pero tenemos algunas pistas. Del representante del PSOE que se fotografió con Puigdemont en Bruselas –un tal Santos Cerdán, que tiene nombre de personaje de Cela–, lo que sabemos es que antes de iniciar su fulgurante carrera política trabajó como técnico de mantenimiento industrial (en Iberfruta). Ese es su bagaje jurídico (está en la Wikipedia). Y por lo que intuimos del representante de Junts en las negociaciones –intuimos, repito, ya que Puigdemont es aún más críptico que Sánchez–, el negociador fue su abogado, un personaje digno de una novela de Don Winslow que fue condenado por la Audiencia Nacional por colaborar en un secuestro de ETA (toda esa información también está en la Wikipedia).

No me negarán que no sea portentoso. El futuro jurídico de España, la arquitectura constitucional de un país de la UE, el delicadísimo problema de la separación de poderes entre el poder judicial y el poder ejecutivo –la clave de bóveda de la democracia y del Estado de derecho– se encomiendan a un técnico de mantenimiento industrial y a un condenado por haber colaborado en un secuestro. Si esto hubiera ocurrido en Gran Bretaña o en Estados Unidos, ahora mismo se estarían rodando docenas de programas de humor satírico como The Daily Show, aparte de varias novelas distópicas. Imaginen que eso lo hubiera hecho Trump, por ejemplo. Imaginen los gritos y las parodias. Imaginen las declaraciones airadas de escritores y rockeros y actores de Hollywood. Imaginen, sí, imaginen. Pero no esperen que esto ocurra en la República de la Transparencia Diversa y Sostenible, porque aquí nos dedicamos a las cosas serias y no a estas menudencias. Así que no oirán ni una palabra de Àngels Barceló ni de Enric Juliana, ni mucho menos de los cómicos del Intermedio que se dedican a atacar a la oposición en vez de atacar al poder. Y por supuesto, tampoco oirán nada en boca de los expertos de la Sexta que se nos presentan cada día como heroicos defensores de la democracia. Pues no, no lo esperen. No lo verán.

Es grotesco, es triste, es absurdo, es humillante, pero nos lo tenemos que tragar. Y calladitos, eh, calladitos.

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