Utopías posibles

Hablo como padre

Mucho se habla de cómo baja el «nivel» del alumnado, y muy poco del profesorado

Hoy voy a dejar aparcado el traje de profesor. No acostumbro a distinguir demasiado entre una vestimenta y otra, entre un rol y otro. Bien es cierto que hay matices, porque una cosa es explicar una materia y otra el cuidado. Es distinto cumplir un horario que ser padre a jornada completa. Es distinto preocuparse por 30 chavales en cada hora que preocuparse por tus hijos e hijas. Eso sí, intento ser coherente. Intento no comportarme de manera demasiado distinta. Intento ser igual de amable, igual de comprensivo, igual de protestón o con el mismo carácter. Intento poner por encima de todo que somos personas, tanto en la vida personal como la profesional. Hoy, sin embargo, me van a permitir que hable sola y exclusivamente como padre, para quejarme amargamente. Sin paliativos. Con la crudeza de quien no tiene la más mínima consideración ni mucho menos corporativismo.

¿Tenemos que ver normal que una niña con buenas calificaciones y buen comportamiento no entienda nada una y otra vez, en una asignatura? ¿que sea como si no hubiera ido a clase, porque el profesor no ha explicado absolutamente nada? ¿que tenga solo cuatro páginas de ejercicios de un tema, la mitad sin hacer, para un examen? ¿que en un examen entren hasta cuatro cosas de las que no tiene ni un solo ejemplo? ¿que además (de esto me he informado) pregunte contenidos de hasta uno o dos cursos más? ¿debe ser su familia o unas clases particulares quienes hagan el trabajo del profe? Y sobre todo, ¿nos tenemos que acostumbrar a esto? ¿nadie puede hacer nada al respecto? Estamos hablando de educación secundaria OBLIGATORIA.

Toneladas de páginas, libros, estudios y ejemplos de renovación pedagógica sobre trabajo por proyectos, aprendizaje cooperativo, competencias clave, grupos interactivos… y a veces creo que estamos aún en el Pleistoceno. Ni siquiera lo más elemental, lo más básico de un docente, que es explicar su materia, está absolutamente garantizado. Ni muchísimo menos. Hoy es uno de esos días en que me conformaría con que esa persona se preocupara porque los alumnos supieran de su materia. Nada más. Mucho se habla de cómo baja el «nivel» del alumnado, y muy poco del profesorado. Le recomendaría directamente a esa persona y de paso a todos los docentes del mundo si eso es lo que querrían para sus hijas e hijas. Me da en la nariz que no, y esa es la base de la incoherencia y de la incompetencia.

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