La IA en educación, evolución o extinción

Nos dice la biología que las especies que sobreviven no son siempre las más fuertes, ni tampoco las que mantienen sus características contra viento y marea, sino aquellas que son capaces de adaptarse más adecuadamente a su entorno, al clima y al ecosistema, manteniendo siempre un equilibrio con el resto de seres que lo habitan. La llegada de herramientas como ChatGPT y otras inteligencias artificiales está poniendo al profesorado entre la espada y la pared. Extinción, o evolución.

Para entendernos, una inteligencia artificial (IA) es simplemente (que no es poco) un ordenador muy rápido en el manejo de miles de millones de datos, de manera que es capaz de entender lo que le pedimos y responder en tiempo récord a cualquier cosa que le planteemos. Sorprende ver cómo se le pueden pedir cualquier tipo de comparaciones, textos, resolución de problemas matemáticos, explicaciones, «pros» y «contras» de cualquier cosa… ChatGPT no es más que una versión verbal, escrita (un «chat») de inteligencia artificial. Una buena parte del profesorado se viene llevando las manos a la cabeza desde que surgió, e incluso hay Universidades y colegios donde se está prohibiendo. En el otro extremo estamos quienes nos sorprendemos de que tal vez la tecnología ponga a la educación en la tesitura de evolucionar o desaparecer, y que quizá ese cambio educativo que tanto ansiamos y necesitamos venga de la mano de la inteligencia artificial. La gran pregunta sería: si una máquina puede hacer las cosas mejor que un docente, ¿por qué no sustituirlo? Si explican mejor, manejan más datos, son capaces de transmitir contenidos mucho mejor, más rápido y de manera más eficiente, tienen más recursos... ¿para qué sirve el docente?

La IA ha venido para quedarse. Resistirse, en el caso del profesorado obsesionado con la transmisión de contenidos, es solo prolongar el sufrimiento. Ahora es solo un chat, pero pronto combinará sonidos, creará vídeos, música o imágenes. Ya hay bastantes experiencias al respecto. Por tanto, ha llegado el momento de plantearse que quizá la educación tiene que estar para manejar la información que nos dé la IA: comparar, producir, actuar, opinar, hacer crítica, trabajar en grupo… O hacemos esto, o en menos de cien años la docencia será «esa profesión que desapareció con la revolución tecnológica», igual que todos esos oficios que desaparecieron con la revolución industrial.

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