Todo texto, como unidad comunicativa, con sentido completo, se enmarca en un contexto: un contexto de producción y otro, de recepción. O sea, los factores sociales, políticos, culturales, históricos, competencia comunicativa, lingüística, literaria, ideología, personalidad del autor; y los aspectos sociales, culturales, políticos, históricos, competencia comunicativa, lingüística, literaria, ideología, personalidad del receptor. 
Una lectura atenta permitirá descubrir el tema y la intención comunicativa, organizar las ideas, hacer un comentario crítico, analizar la coherencia (si el texto tiene una estructura semántica) y los mecanismos de cohesión; esto es, puntuación, componentes gramaticales (categorías sintácticas, coordinación, yuxtaposición, subordinación, conectores, marcadores), sinonimia, polisemia, antonimia, deíxis, progresión temática, anáforas, catáforas, metáforas, estructuras léxicas, campos semánticos... (Teun A. van Dijk).
     
Dialogar con el texto, enfrentarse a él, confrontarlo con otros textos, sobre el mismo tema, constituirán puntos esenciales. Una opinión, razonada y argumentada, será clave, así, para verificar o cuestionar, según proceda, el contenido del texto.

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