República de las Letras
Agustín Belmonte
Prólogos
Cuando reflexionas sobre la crianza de tus hijos, y por extensión, acerca del modo en que, como sociedad, estamos educando a quienes esperamos que sean el futuro, te preocupa que no lo estemos haciendo bien, que un exceso de protección los esté dejando sin armas para enfrentar las dificultades que sin duda se van a encontrar por el camino.
En el pensamiento de Ortega y Gasset, la vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha. A diferencia del resto de los habitantes de nuestro planeta, los seres humanos no sabemos qué seremos ni a dónde llegaremos con el transcurso de los años. Un cachorro de perro será inexorablemente perro, pero nuestros bebés, al crecer, se convierten en alguien diferente, y a veces pensamos que la senda que eligen no los llevará al destino que nos gustaría, el que creemos que necesitan, o el que se merecen.
Para ayudarlos, sabes que hay que darles la libertad de equivocarse, lo que no es fácil. La vida consiste en tomar decisiones, y aunque te duela, tienes que dejar que lo hagan bajo su propio criterio, sabiendo que no tienen que renunciar a nada, pero si luchar por todo. Que estudien o no lo hagan, y si estudian, qué rama del conocimiento es la que prefieren; que trabajen para otro, o monten su propio negocio; de quién se enamoran o quiénes son sus amigos; dónde van a vivir, o a dónde van a viajar, debe ser lo que quieran, y tú el espectador cualificado que sufre, se asombra, se enorgullece o se estremece. Ese camino que empiezan no es más que la continuación del tuyo, que algo habrás hecho para orientar sus opciones, y aprendes a admitir sus elecciones, igual que en su momento tus padres aceptaron las tuyas.
Es importante respetar los que consideramos sus errores, si es que lo fueran, y no necesitamos perdonarlos, porque no somos los jueces de sus andanzas. No nos deben explicaciones, porque la madurez consiste en que asuman las consecuencias de sus actos, algo que, en tu opinión, hoy pocos entienden. Cada decisión reordena lo que esperamos del mañana, y es necesario comprender que no es posible todo a la vez y en todas partes, que el coste de algo es no tener lo contrario. De lo que nos parecen equivocaciones siempre se aprende, y lo que de verdad importa es estar ahí para confortarlos, en esa transición ante las nuevas oportunidades que después se abren, porque eso es lo que significa ser padres.
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