Mata Hari y el poli infiltrado

Los espías han de parecer personas normales, que reaccionan o hacen lo que resulta propio del momento

Mata Hari, nombre digamos artístico de una bailarina que vivió entre las últimas décadas del XIX y las primeras del XX, destacó asimismo en labores cortesanas y de espionaje. Las danzas orientales eran su especialidad, pero en la Primera Guerra Mundial repartió su cometido entre el espectáculo y el espionaje a favor de Alemania, lo que la llevó a ser ejecutada en Francia, mediante fusilamiento, tras ser acusada de traición. Desde joven, Mata Hari se involucró en relaciones de las que no siempre salió bien parada, además de ser proclive a la «vida libertina», y encontró buen remedio, para su estrecha y apretada situación, en hacerse pasar por una princesa de Java, ya que sus facciones y su largo cabello le atribuían exotismo. De ahí el nombre de Mata Hari, que puede traducirse como «El ojo del día», con el que se exhibió en funciones y espectáculos ante los que se rivalizaba por conseguir asientos en las primeras filas, a fin de contemplar cómo se desprendía, poco a poco, de velos translúcidos, hasta quedarse vestida con una malla que daba la apariencia de desnudez. Numerosos fueron sus romances con funcionarios, políticos y miembros de la alta sociedad. Perdidos algunos de sus encantos, por razones de edad y de competencia de otras artistas más lozanas, se dio a labores cortesanas y de espionaje, y se enamoró perdidamente de un piloto ruso que servía con el ejército francés. Participó asimismo en labores de espionaje a favor de Francia, que luego ofreció a militares alemanes, incorporándose a los servicios de espionaje germanos, para lo que se valió de su irresistible seducción. Aunque el cambio de lealtades o el espionaje doble acabaron poniéndola ante un pelotón de fusilamiento, momento en el que se cuenta su voluntad de no llevar una venda en los ojos ni ser atada a un poste, además de lanzar un beso al pelotón que iba a ejecutarla.

Pues bien, estos días circula entre medios de prensa y redes sociales la infiltración de un policía en círculos catalanes anticapitalistas, libertarios y cercanos al independentismo, que, en su cometido, mantuvo «relaciones sexoafectivas», con distintas mujeres, sin que, al parecer, hubiera oposición, sino disposición a su práctica. Hasta que, descubierto el espía, no va a ser fusilado, pero mejor que imite, en su fuga, al expresidente huido.

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