Las medallas de Andalucía siempre generan decepción, por desafortunadas ausencias o algún galardonado de dudoso mérito. En esto no hay cambios entre la era socialista y la actual. Tres cosas siguen intactas en San Telmo: el autobombo, la televisión autonómica secuestrada para la propaganda oficial y los caprichos en las medallas que conceden el presidente y sus consejeros. Algunos nos llevamos quince años protestando porque los socialistas estaban empeñados en no darle la medalla a Antonio Burgos. Fue inútil la insistencia; el PSOE no premiaba a disidentes. Cuando llegó al poder el PP, Moreno se la ofreció y el escritor la rechazó, como ya había anunciado a sus allegados. Y lo nombraron hijo predilecto.

Lo de Burgos era de justicia por muchos motivos. Uno poco conocido es que fue él quien conectó a los andalucistas de la segunda generación de Rojas-Marcos con los supervivientes de la primera, lugartenientes de Blas Infante. Ahora que Rojas-Marcos pide revisiones históricas, esta de Burgos fue acertada. A Rafael Escuredo le ha molestado la petición del líder andalucista de que "se restaure la verdad" sobre el logro de la autonomía plena en 1980, tras perderse el referéndum del 28 de febrero en Almería, por la aplicación de la Ley de Referéndum que exigía que votara a favor la mayoría del censo en las ocho provincias. Escuredo ha escrito un tuit con mala uva: "Judas se vendió por unas monedas de plata. Desde entonces la vergüenza por los siglos le acompaña". No menciona a R-M, pero no hace falta.

Los socialistas primero mancharon la figura del andalucista y después lo borraron de la foto de los méritos. Fue en la época en la que dominaban el autobombo y la propaganda. Pero el texto del artículo 144, tan denostado por el PSOE tras el pacto entre UCD y PSA, es el que se utilizó sin mencionarlo cuando se firmó un acuerdo político el 23 de octubre de 1980. Se desbloqueó por "los motivos de interés nacional a los que se refiere el Título VIII de la Constitución". Y el único de los 22 artículos del título octavo que menciona el interés nacional es el 144.

Mientras se recompone el relato, el Gobierno regional monopoliza la concesión de medallas. Este año con un componente folklórico exagerado. Los hay con méritos indudables, como la Fundación Unicaja, principal accionista del único banco andaluz, patrocinador del campeón de la Copa del Rey de baloncesto y mecenas cultural. Sorprende la serenidad que en pocos meses le ha dado a la institución su presidente José Manuel Domínguez, frente a la inestabilidad que vivió al final del anterior mandato. Y se echa de menos a algunos entre los premiados. Por ejemplo, la Maestranza de Ronda en el 450 aniversario de su fundación, por su actividad patrimonial, social, cultural y deportiva, o DCOOP, una de las mayores empresas de Andalucía, líder mundial en aceite de oliva virgen extra, que factura 1.200 millones al año y agrupa a 75.000 familias de agricultores. Son, por defecto, mis dos Medallas Antonio Burgos de este año.

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