Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
En la rueda de prensa posterior a la Junta de Portavoces, los representantes de los diferentes grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados, después de una pequeña exposición de los temas que consideran relevantes o de actualidad, se someten a las preguntas de los periodistas. Esta semana una portavoz de la CUP, al pedir su opinión sobre algunos actos violentos acaecidos durante la celebración de la Diada, afeó la pregunta al periodista y le soltó, sin despeinarse, "usted me debería preguntar por…". Y es que algunos políticos, no contentos con esquivar las preguntas que les hacen, por muy directas y concretas que sean, se permiten el lujo de decirles a los periodistas cuál debería ser el contenido de sus cuestiones. No hay que descartar que una semana de estas, la insigne representante del independentismo entre en la sala de prensa del Congreso y reparta a cada periodista las preguntas que le deben hacer, cuyas respuestas llevará convenientemente preparadas.
Para muchos ciudadanos resulta exasperante ver a políticos de todos los colores responder a preguntas que nadie les ha hecho, mientras evitan decir un sí o un no, ante cuestiones muy precisas que no requieren mucho más de ese escueto monosílabo. Que una diputada al ser preguntada por algún tema de interés aproveche la ocasión para hablar de otros asuntos, hacer un poco de publicidad o atacar a sus adversarios, entra dentro de admisible. Pero que reiteradamente y de forma indisimulada, las entrevistas o las ruedas de prensa se conviertan en un monólogo del entrevistado, es una falta de respeto a la audiencia y al propio periodista que, por cierto, presta un servicio imprescindible para amparar el derecho a la información del conjunto de la ciudadanía.
El día en que los medios de comunicación dejen de incomodar a los políticos con sus preguntas, investigaciones e informaciones la democracia será falsa o de ínfima calidad. En las dictaduras y en las pseudo democracias existe también una falsa libertad de información a través de medios convertidos en correas de transmisión del poder. En esos países los medios de comunicación sólo se dedican a divulgar los monólogos del gobierno, y lo lamentable es que en España a algunos políticos les guste ese modelo.
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