El planeta tiene fiebre! ¡Han puesto estufas en la calle! ¡Hace sol a la sombra! Córdoba bate el récord histórico de temperatura, en Granada el fuego cercó la Alhambra, en Sevilla muere un hombre tras recocerse asfaltando una carretera, en Andalucía caen racimos de viejecitos víctimas del sofoco sin que las estadísticas lo reflejen. El calentamiento global ya es local. Lo peor del futuro es que se hace presente. Aún así, los radicales de la codicia, con su facilidad pasmosa para lograr pasar por moderados, pregonarán que se trata de un invento de científicos locos o ecologistas con hiedra en los sobacos y dificultarán la aplicación de energías alternativas. Los lobbies negacionistas continuarán elaborando teorías en los laboratorios de propaganda de las grandes empresas contaminantes y publicitándolas con la complicidad de muchos líderes mundiales ignorantes, interesados u obedientes. El clima es profundamente clasista; y el calor, lo menos democrático que existe: golpea a los débiles, a los ancianos, a los niños, a los enfermos, a los que no poseen aire acondicionado ni casa ventilada ni segunda residencia en la playa. A todos les están dando por Celsius… o por Fahrenheit. Mientras, los causantes del desastre pasan las noches al fresco. A ellos dormir no les quita el sueño.

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