El pasado día once de septiembre, los sátrapas del totalitarismo separatista en Cataluña alardeaban de "haber erradicado el español de las aulas". A fuerza de demoler educación, cultura y ética; destruyen el catalán por su fanatismo contra el español. Es de suponer que también prohibirán y perseguirán el griego y el latín. Las lenguas son herramientas de comunicación y cultura, no armas para el sometimiento ideológico. En sus atrocidades los acompañan en el País Vasco los pupilos de Sabino Arana, así como los palanganeros castrochavistas del partido morado y todas sus ramificaciones. Infame grupo siempre maduro para hacer el mal. El depredador gobierno que soportamos es evidencia de ello. En España jamás hemos tenido paz y libertad política autocrítica capaces de defender nuestra democracia de la corrupción, populismo y robo de la administración pública por parte de la industria política. El sectarismo ideológico y el terrorismo de bandas nacionalistas y antidemocráticas llevan tratando de enfrentarnos y descuartizar España desde la Transición. Ferraz, Génova y sus devaneos ruinosos. Poder, nunca el trabajo de gobernar respetando la separación de poderes. Don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza, llegaron desfaciendo entuertos hasta las playas de Barcelona. Ahora pretenden prohibir la existencia de Don Miguel de Cervantes y la lengua universal de la que es primer embajador. Idioma que hablan en el mundo más de 500 millones de personas. Con tal de destruir la Nación que nos hace a todos de nuestro pueblo y españoles, sembrarían con sal la tierra para que no creciera nada. El ser, estar, haber y tener de la cultura hispánica, española e hispanoamericana en la que hemos nacido nos enseña: "La libertad Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres". Don Quijote, Segunda Parte, capítulo LVIII. Cervantes conocía la extraordinaria obra humanística de La Escuela de Salamanca. Especialmente a Fray Luis de León, que defendió con valor y paciencia la libertad de cátedra e intelectual. ¿Por qué este frenesí por destruir España y embrutecernos? Cervantinamente me niego.
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