Escritor

Pilar, ángel entre los ángeles

Hoy los pájaros ajados de la tarde emprenden el vuelo en tu nombre, con su pico roto, con sus alas rotas, con sus patas rotas

Atí, Pilar Quirosa-Cheyrouze, estés donde estés, siempre estaremos contigo. Ángel entre los ángeles que un día nos tocó el pecho con sus alas. Hoy Almería se despierta un poco más sola, más triste, más desolada. No lo digo yo -lo dictan los relojes-. Y ya no hay enero que nos asalte y no habrá jamás invierno que más nos duela. Hoy sobre sus alfeizares cuelgan los claveles degollados de la noche. Lloran la ausencia de sus ángeles. De la partida de las ibis eremitas, desde sus salinas, en el Faro de Cabo Gata, hacia el Tetuán moro de los últimos alauitas. Te llevan entre sus alas, amor. Proclamando tu nombre sobre las últimas estancias del cielo, desde la Axarquía hasta el levante, desde las viejas murallas de la Alcazaba hasta los desolados parajes del Parque Natural de Nijár, en las Amoladeras, que ahora más que nunca se haya sin ti.

Te siento mía, aún, palpitando todavía entre mis labios, y parece que no te has ido. Que sigues coronando el mundo con tu sonrisa. Tú, ángel de nuestros labios, que te precipitas sobre el abismo de nuestros párpados, apenas. Tú, amor, ángel entre mi pecho, que me asalta hasta las ultimas fronteras del alma. En el recuerdo presente está todo aquello que generosamente nos ofreciste con las puertas de tu casa siempre abiertas, de par en par. Encima de tu corcel celeste, con tu dolor a cuestas, con la luz de tus pupilas honrando el universo. Nos ofrendaste tu hogar, tan callada, tan silenciosa, tan humilde. Posada de poetas y de escritores, casa azul que siempre salía a recibirnos. Vuelve la revelación de la única verdad: tú, amor, y tu ausencia. El árido desierto entre las sienes que guía los sueños, entre las arduas colinas de la piel, entre los toscos desfiladeros de los párpados, mientras avanzo entre las mandíbulas un sueño: tú, amor: esta hambre que no se olvida.

Hoy los pájaros ajados de la tarde emprenden el vuelo en tu nombre, con su pico roto, con sus alas rotas, con sus patas rotas. Hoy las iglesias y las catedrales yacen vacías, como mis manos blancas, como mi pecho blanco, como mis sienes blancas. Hoy se levantan solas las calles, el asfalto, el aliento. Es el caos pronuncian, mientras te busco desesperado entre las vías de un tren que ya no existe. Ya partiste, ya te vas, amor. Dejándonos como los pájaros mi pecho, con sus picos rotos, con sus patas rotas, con sus alas rotas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios