No tengo ninguna duda de que el número de agresiones homófobas se ha incrementado sustancialmente en los últimos meses, y que la situación es preocupante y merece la atención y la acción de los poderes públicos. Es lamentable que a estas alturas del siglo XXI haya personas que tengan que pasar miedo por su orientación sexual y es inamisible que la discriminación siga siendo habitual frente al colectivo LGTBI. Una sociedad madura, moderna y desarrollada tiene la obligación ética de hacer todo el esfuerzo necesario para alcanzar la plena igualdad y la ausencia de cualquier tipo de discriminación. En este sentido, el engaño del que hemos sido objeto el conjunto de la sociedad, con una denuncia de un falso acto de violencia xenófoba es gravemente perjudicial para la causa de la igualdad y la diversidad. Incluso son contraproducentes este tipo de lamentables mentiras, porque las mismas dan alas a los enemigos declarados del colectivo LGTBI. Pero la reflexión que deberíamos hacernos el conjunto de la sociedad, incluidos por supuesto políticos y medios de comunicación, es que quizás la vorágine de acción reacción en la que estamos inmersos nos lleva a situaciones grotescas. El magma multicanal, la obligación de dar respuesta inmediata, de posicionarnos a favor en contra de cualquier suceso, da un escaso tiempo a la comprobación de la realidad o el conocimiento preciso de los hechos. En este sentido casi nadie está libre de pecado, tampoco los medios de comunicación, especialmente radio y televisión, que por su propia naturaleza y evolución necesitan reaccionar y posicionarse con automaticidad ante cualquier información que emiten. El fenómeno se agrava aún más en las redes sociales, en las que todo está supeditado al esquema de minuto y resultado. Un tuit de después de unas horas de producirse un suceso es más viejo que el periódico de hace una semana. Siendo muy jovencito, y ante respuestas virulentas e irreflexivas por mi parte, mi madre me regaló un cartelito que decía "pon tu cabeza en funcionamiento antes de poner tu lengua en movimiento". Un mensaje sencillo que invitaba a la reflexión y la templanza. Ojalá el conjunto de la sociedad nos aplicásemos el cuento y no nos sintiésemos obligados a tener respuestas y reacciones a la velocidad del sonido.

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