Utopías posibles

Recuperar la sensibilidad

La convivencia, ser sensibles hacia las personas y el mundo que nos rodea, es un objetivo educativo de primer orden

Hace un par de días estuve en un acto de un centro de Secundaria que pretendía sensibilizar sobre determinados problemas sociales de su localidad y del mundo, en general. Asistía un gran número de alumnado de 1º y 2º de ESO, puede que también cursos más mayores. Se proyectó un montaje que empezaba por el año 2003 mostrando un acontecimiento importante de cada año. Aparecían noticias negativas con imágenes impactantes referentes al 11M, la invasión de Irak, el terremoto de Haití… y otras positivas, como el descubrimiento del genoma humano, la llegada del Euro… El público se dedicaba a hablar con sus amistades sin prestar demasiada atención al vídeo, pero hubo dos momentos (solo dos momentos) de ovación cerrada: la victoria de la selección Española en la Eurocopa y cuando la selección se proclamó campeona del mundo. Al resto, ni caso. Al día siguiente, ayer mismo, conozco el caso de una niña de 2º de ESO a la que tienen acribillada. Es una niña con necesidades específicas de apoyo educativo, que jamás se mete con nadie, con un aspecto físico peculiar, distinto a la mayoría, una «buenaza» (según dicen sus propios compañeros y compañeras). Hacen fotos de ella en clase, enviándolas a Instagram y whatsapp, por grupos privados, para reírse de ella. Llegan incluso a invitarle a hacerse fotos con la intención de burlarse. Le llaman por mil motes. Le dan collejas y pequeños empujones... Al margen de la investigación posterior y las medidas tomadas desde la tolerancia cero a este tipo de conductas, quisiera plantear una reflexión: nos está quedando un mundo raro, feo, inhóspito desde el punto de vista emocional. Cuando las imágenes de guerra no merecen ni siquiera un abucheo, cuando las imágenes positivas no merecen la más mínima atención, cuando no somos capaces de ponernos en la piel de una compañera claramente indefensa, que es incapaz de hacer nada malo a nadie… me pregunto hacia dónde vamos, qué hacemos que no nos detenemos en lo verdaderamente importante. La convivencia, ser sensibles hacia las personas y el mundo que nos rodea, es un objetivo educativo de primer orden. Al mismo nivel que aprender a leer, escribir o hacer operaciones matemáticas básicas. Quizá profesorado, familias y sociedad deberíamos prestar atención no solo a los temarios, contenidos, exámenes y notas… y en esto no cabe la neutralidad. No hacer nada supone dejar que el problema siga en aumento.

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