Sin darnos cuenta, en nuestra cotidianeidad, empleamos constantemente una narrativa. Simplificando un poco diríamos que le damos contexto a nuestro pasado, presente y futuro vistiéndolo de una historia. De esta manera, mediante, una narración interna vamos hilando el argumento de nuestra propia película de manera que adquiera un sentido global. Las cosas suceden, estos son los hechos fríos. Pero qué interpretación le da cada cual a lo sucedido y qué orden le confiere dentro de su historia vital es la narrativa.Esta puede ser muy terapéutica si la usamos para dar un sentido sanador o reparador a los hechos que alguien vive o tremendamente dañina si se emplea para argumentar por qué un individuo o colectivo debe ser objeto de nuestra agresividad. Un ejemplo sencillo de este mal uso es cómo el discurso de la Alemania nazi consiguió justificar a la población general el Holocausto judío. Pero de ello, de cómo se construye un enemigo, hablaremos otro día.
Y si, volviendo a la narrativa, sabemos que esta representa un peso importante en nuestra organización mental no es demasiado atrevido proponer que las siguientes figuras literarias y retóricas adquieran un valor simbólico profundo en la psique humana. La prolepsis, que en esencia se trata de la habilidad para anticipar las preguntas y objeciones que la audiencia le va a hacer a un orador, refleja nuestra capacidad innata conectarnos y entender a los demás. A un nivel más profundo simboliza la importancia de brindar a los demás la seguridad de que sus voces y preocupaciones son valoradas. La analepsis, por otro lado, nos sumerge en el pasado enriqueciendo el contexto y la trama actual. Sería algo así como esos saltos pasado/presente que algunas películas utilizan para ir desentrañando el guión. Pero cabe destacar que esos saltos en el tiempo sólo tienen sentido si sirven para desentrañar las complejidades de la trama y los personajes, es decir si enriquecen la narrativa. De nada serviría volver una y otra vez al mismo punto salvo para deslucir la historia y aburrir al público.
Así la prolepsis y la analepsis resultan recursos claves en la narrativa y también en nuestra psique. Mientras que con una saltamos hacia delante buscando conectar mejor con el otro, con la segunda miramos atrás con intención de enriquecer la historia de nuestra vida. Pasado y futuro equilibrando un presente de pleno sentido.
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