Llevamos casi una semana viendo el gran homenaje que los ingleses están haciendo a su reina recién fallecida, Isabel II. Lo bonito de todo esto es ver a su gente sentirse orgullosa de su país y, sobre, todo de la institución que ha hecho grande a su nación. Ni un reniego, ni una quema de fotos ha tenido la monarca que adoraba a sus perros de compañía. Algo muy diferente ocurre aquí, aunque eso sí, hemos alagado más a una reina que ha pisado una vez España que a un Rey que ha estado como jefe del Estado 40 años. Siempre veo con envidia lo patrióticos que son los estadounidenses o los británicos. Sin embargo, nosotros nos asqueamos por casi todo. No nos gusta decir un: ¡Viva España! Porque suena a facha o no nos complace poner banderas porque queda feo. Bueno, miento, sí nos gusta. Más de uno la pone en el balcón solo para apoyar a la Selección Española de Fútbol o al héroe de este fin de semana, Carlos Alcaraz. Es bonito celebrarlo así pero también es una pena que solo nos una el deporte porque, por desgracia, nuestros políticos e incluso el ciudadano de a pie siga viviendo entre diferencias de rojos y azules. Lo bonito y el sueño americano sería ir todos juntos, pero claro, al final nos quejamos y a veces con razón. Ahora entiendo un poco más por qué nos da igual que el emérito este fuera y no salgamos a la calle a 'poner flores' en el Palacio Real por su 'muerte política'. Sobre todo, si ustedes ven el último documental publicado en HBO llamado 'Salvar al Rey'. Uno se queda con la cara desencajada al ver pruebas tan certeras de cómo este país (servicios secretos y medios de comunicación) estaba al servicio de un monarca al que, según lo publicado, le gustaba mucho el dinero, las mujeres y la fiesta. Un archivo audiovisual que desenmascara todo el proceso monárquico tras la muerte de Franco y la operación de un 23-F en el que se insinúa que fue preparado para exaltar la imagen del Borbón. Alguno que otro ha llorado tras ver el video oficial de Isabel II en la BBC. Aquí sabemos también enterrar muy bien, pero gritar "¡Viva el Rey!" nos cuesta. Puede estar justificado, porque el ejemplo que hemos tenido, de momento, no ha sido muy bueno. Como dice un colega, siempre uno se queda con el final de una biografía y eso le ha ocurrido a Juan Carlos I. Al final somos cada uno de nuestro padre o madre, por eso nadie realza el orgullo de ser español.

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